Ahora, varios meses después de haberme convertido en maestro (me gusta más que la palabra “profesor”), echo de menos aquel lugar en el que probablemente haya pasado algunos de los mejores años de mi vida…
Durante cuatro largos años hemos vivido momentos inolvidables y otros que quisimos olvidar cuanto antes, hemos querido y hemos discutido, hemos disfrutado y hemos trabajado duro, hemos conocido a mucha gente y también hemos perdido la oportunidad de conocer más a fondo a otras personas que, quizás, merecían muchísimo la pena; pero, sobre todo, HEMOS VIVIDO…
Y digo que, sobre todo, hemos vivido porque todo cuanto nos ha ocurrido en este tiempo forma parte de nuestra historia y porque todos esos personajes principales y secundarios han dejado, de una forma más o menos profunda, una huella indeleble en nuestro corazón.
En mi caso tuve la suerte (o, más bien, la valentía) de aprovechar el último curso para perdonar a quienes, en algún momento de aquel largo viaje, me hicieron daño o no fueron capaces de entenderme; pero, lo que considero aún más importante, también tuve la posibilidad de ser yo quien pidiera perdón a todas esas personas con las que en algún momento pude no haber sido justo…
Siempre he tenido la creencia de que no sirve de absolutamente nada cerrar una etapa de la vida dejando en ella cualquier tipo de sentimiento negativo hacia otra persona; pues, al fin y al cabo, todos cometemos errores y nunca se sabe si, en el futuro, seremos nosotros los que debamos ser perdonados por otra persona o si, en el pasado, fuimos nosotros quienes hicimos daño.
Pero… ¿Qué son el pasado y el futuro?
¿Qué tiene el pasado para que nos aferremos a él con tanta fuerza? ¿Por qué nos da tanto miedo la incertidumbre de un futuro que no está escrito? ¿Cómo es posible que, en ocasiones, ambos nos preocupen incluso más que el presente? ¿Para qué preocuparse de un pasado irreversible o de un futuro incierto, en lugar de disfrutar o luchar por la certeza del presente? ¿Por qué no representar al dios Jano con una tercera cara que simbolice al presente?
Sé que ese presente del que hablo es efímero o incluso inexistente, pues incluso cada una de las palabras que estoy escribiendo en este párrafo forma, ya, parte de mi pasado; pero también estoy convencido (o al menos intento convencerme a mí mismo) de que el libro de nuestro pasado no está escrito con las líneas invisibles del futuro, sino con la certeza del presente, y de que el futuro no dependerá de nuestros errores o aciertos en el pasado, sino de nuestras actitudes actuales.
Hace un tiempo tuve la suerte de ver un vídeo en el que alguien me hizo apreciar, perfectamente, la importancia del presente... ¡¡Era el mismísimo Will Smith!!
El actor explicaba que, hace mucho tiempo, su padre les obligó a su hermano y a él a reconstruir un muro que, previamente, había derribado; cuando los pequeños dijeron que era imposible, su padre les pidió que nunca más volvieran a decir que había algo que no fuesen capaces de hacer…
En ese momento, Will Smith y su hermano, dejaron atrás la idea de construir la pared más grande e imponente que jamás hubiera sido construida y comenzaron a pensar en el presente, es decir, en poner el ladrillo que tenían en la mano de la manera más perfecta que pudiera ponerse... ¡¡Y así con cada uno de ellos, cada día, hasta conseguir finalizar el muro!!
¡¡Sonríe con el pasado, disfruta con el presente y sueña con el futuro!!
Ya sabes Pichi...sonríe con el pasado, disfruta con el presente...y sueña con el futuro, pero sobre todo...VIVE!! Y no tengas miedo de ver la luz, que si el sol te deslumbra...te ponemos gafas de sol!!jeje...ya te lo he dicho en alguna ocasión, verdad??...que orgullosa estoy de ti!!!;) lo que no quiere decir que no me cobre alguna como...pintamonas...cantamañanas...ejem, ejem!!!sabes...no?:p
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