(Literatura infantil. Análisis y selección)
Hace no mucho tiempo comenzamos a preparar juntos un viaje hacia el mundo de la literatura; una aventura en la que nos enfrentaríamos a nuevos retos y dificultades, en la que aprenderíamos y en la que reflexionaríamos sobre aquello que creíamos saber…
¡¡¡Un viaje en el que lo verdaderamente importante no es el destino, sino el camino que recorreremos para llegar hasta esa meta final!!!
Y en esta etapa del viaje, debemos realizar nuestra primera parada en la literatura infantil; porque en relación a la propia literatura… ¿¿Hay algo más importante para un maestro, que el conocimiento de aquellos libros adecuados para sus alumnos??
Como todo, la literatura infantil tiene sus orígenes; y aunque es difícil encontrar el momento exacto en el que surge como tal, realizaremos un breve repaso de la historia de la literatura infantil en España.
Desde que el castellano comenzase a aparecer como lengua en la Edad Media, los niños escucharían las hazañas e historias que, recitadas por los juglares, trataban sobre los héroes del momento... ¿¿Acaso los niños de la época no soñaban y se divertían con las historias de aquellos valientes caballeros?? ¿¿No es cierto que aquellos romances, creados para adultos, motivaban por igual a niños y a ancianos??
Se sabe que, en los orígenes de nuestra literatura, tanto los niños como los adultos escuchaban las mismas cosas; pues, como decía don Juan Valera: “Cuando todos los hombres eran niños tenían razón los poetas de meterse a pedagogos, y los pedagogos a poetas”.
No obstante, podríamos decir que existe cierta ambigüedad sobre el hecho de considerar como literatura infantil a la multitud de libros pedagógicos que se escribieron en la época, pues a pesar de que el destinatario final era el adulto, en numerosas ocasiones encontramos obras en las que el autor ha tenido en cuenta al público infantil.
Y en relación a esta consideración del autor con los niños, podríamos destacar a Raimundo Lulio, que escribe el “Libre de les besties” como una serie de apólogos que servían de ejemplo para la vida; si bien es cierto que la propia infancia de la época prefirió los relatos del “Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio”, escritos por el famoso infante don Juan Manuel.
Además, a finales del siglo XV, se comienzan a editar libros como el “Exemplario contra los engaños y peligros del mundo” en cuyo prólogo se advierte al lector de que la obra se trata de un libro pensado tanto para adultos, como para niños.
Posteriormente, en torno al siglo XVI, se escriben numerosas obras pedagógicas y centradas en la enseñanza de los niños; aunque, en ningún caso, se centran en el entretenimiento y la diversión.
Pero si lo que realmente queremos es conocer el rumbo de la literatura infantil española, debemos tener en cuenta la influencia francesa del siglo XVIII y los cuentos o relatos breves que, debido a los gustos del rey Luis XIV, se comienzan a escribir en el país vecino.
Además, no debemos olvidar la transcendencia de dos obras de la literatura inglesa como son “Robinson Crusoe” (Daniel Defoe) y “Trabajos de Gulliver” (Jonathan Swift) que, posteriormente, se convierten en clásicos de la literatura infantil.
Y, sinceramente, parece que hasta el momento se realizan multitud de obras pensadas para los más pequeños; pero en las que pocas veces se tenía en cuenta el gusto e interés del propio infante… Por eso, es importante recalcar la publicación, en 1798, del primer periódico infantil en España; siendo su título completo el de “Gaceta de los niños o principios generales de moral, ciencias y artes, acomodados a la inteligencia de la primera edad” y suponiendo (al menos en la teoría) el intento por crear una literatura exclusivamente para niños.
Al llegar el siglo XIX, es Cecilia Böhl de Faber (cuyo seudónimo es el de Fernán Caballero) una de las pioneras en preocuparse realmente de la literatura infantil y de crear escritos basados principalmente en la mitología griega que sirven para enseñar y para entretener al mismo tiempo.
También hay que destacar la figura de Saturnino Calleja como recopilador, adaptador, editor, pedagogo y escritor cuyo gran acierto fue el de acercar el libro a los niños de la clase media; creando los conocidos “Cuentos de Calleja” que alcanzarían su mayor fama en el primer cuarto del siglo posterior, con Salvador Bartolozzi como director artístico.
Y, finalmente, llegamos al siglo XX en el que Encarnación Aragoneses de Urquijo (conocida como Elena Fortún) crea el personaje de “Celia”; que aparece en una serie de obras que muestran una protagonista con personalidad propia y que va creciendo conforme el lector avanza en la lectura.
No obstante, no es hasta la década de los sesenta cuando los autores realmente comienzan a dotar de personalidad a sus personajes y provocan que los niños se sientan identificados con los protagonistas de sus obras; acercándonos, de este modo, a una verdadera concepción de literatura infantil, en la que se respeta tanto el momento evolutivo del lector, como los gustos e intereses del mismo.
Y es por estas fechas cuando se introduce la literatura en la escuela de forma obligatoria y cuando la literatura infantil comienza a editarse de forma masiva; destacando la figura de Gloria Fuertes, cuya literatura y forma de vida se mostró siempre muy cercana al mundo infantil.
Pero no podemos olvidar la labor de la editorial Santa María (SM) que, tras llegar a un acuerdo con el gobierno de la época, pasaría a categorizar la literatura infantil por edades mediante la serie conocida como “Barco de Vapor”.
Así, llegamos a una época, la actual, en la que la edición de cuentos infantiles se considera un negocio y en la que los editores comienzan a utilizar numerosas ilustraciones y un tamaño de letra que permita alcanzar el mayor número posible de páginas; destacando el concepto de álbum de imágenes o “total print” en el que todas las páginas son ilustradas y aparecen los textos de forma superpuesta.
No obstante, y como opinión personal, creo que el reciente concepto de álbum de imágenes no tiene que verse como algo negativo; sino como una posibilidad para acercar la literatura a los más pequeños que, a través de las ilustraciones, verán mucho más entretenido el hecho de leer.
Como podemos observar, de una u otra forma, la literatura infantil ha tenido una amplia historia a lo largo de varios siglos; de esta forma, es lógico pensar que habrá un gran número de obras infantiles que estarán a nuestra disposición para trabajar con nuestros alumnos, pero… ¿¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de elegir un libro infantil??
En primer lugar debemos partir de la base de que no existe un “libro perfecto” y que, probablemente, una obra puede ser muy interesante para un niño y un completo aburrimiento para otro niño de la misma edad; no obstante, existen una serie de características que tendremos en cuenta a la hora de seleccionar y analizar los libros infantiles.
Es importante que, antes de seleccionar un libro, hayamos preseleccionado y leído diversas obras infantiles; pues de esta forma tendremos una gran variedad de libros que, tras analizar, podremos elegir en función de las características de nuestros propios alumnos.
Así, consideraremos que una obra infantil será (o no) adecuada en función de una serie de factores que analizamos a continuación y que, en todo caso, giran en torno al momento evolutivo en el que se encuentra el posible lector:
- Contexto: Es importante que el contexto en el que se desarrolla la obra sea fácilmente asimilable por el lector; ya que, de lo contrario, puede no llegar a entender plenamente la obra y, además, verla como algo ajeno a su interés y a su propio “mundo”.
De esta forma, es importante que entendamos que un contexto “asimilable” no tiene por qué ser necesariamente conocido por el lector; pues, en ocasiones, las obras presentan una gran cantidad de escenarios fantásticos, lugares mágicos y situaciones disparatadas con las que el lector es capaz de soñar e imaginar.
- Personajes: El niño debe poder reconocer e identificarse, de una u otra forma, con los personajes de la obra; ya sea a través de la admiración que despiertan en ellos, o a través de la propia cercanía y similitud que guardan los personajes con el propio lector.
Así, el papel del personaje protagonista cobra una gran importancia y puede incluso llegar a servir de “enlace emocional” entre el lector y la propia obra; en este sentido, Encarnación Aragoneses de Urquijo (Elena Fortún), con su personaje “Celia” es una de las pioneras en dotar al personaje protagonista de una personalidad propia y de respetar el momento evolutivo del lector a través del propio personaje (compartiendo en ambos casos las preocupaciones, gustos, motivaciones y formas de actuar de una persona con una determinada edad). Ádemás, y en relación a los personajes de las obras literarias infantiles, Mercedes Gómez del Manzano explica en su obra “El protagonista-niño en la literatura infantil del Siglo XX. Incidencias en el desarrollo de la personalidad del niño-lector” (1987) la importancia que tiene el hecho de dotar de una personalidad propia a los protagonistas de las lecturas y de que los personajes sean fácilmente identificables por el lector.
- Estilo: El autor debe ser capaz de utilizar un léxico adecuado para la edad del lector, siendo apropiada la utilización de una expresión dinámica, divertida y ágil; de esta forma, será muy importante que la obra no presente un vocabulario demasiado complicado para el lector y que, a su vez, conserve una buena calidad literaria basada en la utilización de un lenguaje artístico, creativo, variado y melodioso.
- Formato del libro: Debiendo estar adaptado a la edad del lector al que va dirigida la obra y teniendo en cuenta aspectos como el tipo de letra, el interlineado, las ilustraciones que presenta la obra, el número de páginas o el tamaño del propio libro; ya que todos estos factores facilitarán o dificultarán la lectura.
- Temas: Los temas deben estar relacionados con la vida actual del propio lector o tratar sobre temas fantásticos que les llamen la atención; así, es importante que la temática de la obra interese y despierte la curiosidad del niño, que refleje momentos que vive en su día a día o que le haga imaginar situaciones y lugares con los que poder soñar.
Por otra parte, es importante saber que lo realmente importante para que un lector pueda disfrutar con una obra literaria no es la edad a la que va dirigida, sino los intereses y gustos del propio lector; de esta forma, como maestros, deberemos tomar las indicaciones editoriales respecto a la edad como algo relativo que habla sobre la generalidad.
Será también fundamental que la obra tenga una neutralidad ideológica y que haga pensar al pequeño lector sobre los valores éticos y morales que se muestran en el libro; ofreciendo al niño la posibilidad de pensar que no todo es blanco o negro (bueno o malo), sino que existe un término medio y que deberán ser críticos y empáticos a la hora de juzgar las acciones que suceden en la trama.
Finalmente, es importante conocer también los géneros literarios presentes en la literatura infantil:
- Género narrativo: En la obra se suceden una serie de acontecimientos (reales o ficticios) que se relatan, generalmente en prosa, a través de la figura de un narrador; los personajes cobran gran importancia y el texto debe tener un desarrollo basado en la clásica presentación, nudo y desenlace.
- Género lírico: Destaca por lo melódico del lenguaje empleado y por sus estructuras elementales que podemos observar en algunos textos líricos como las "nanas" o las "adivinanzas".
- Género dramático: Los personajes, a través del diálogo, interactúan entre sí y avanzan en la trama; destacando que, en este tipo de obra, el texto está escrito con la finalidad de ser representado por unos actores.
Pero, para elegir una obra literaria… ¿¿Basta con saber únicamente todo esto??
¡¡No!! También será esencial que estemos al tanto de las posibilidades que ofrece la literatura infantil, por lo que es importante que, a la hora de preseleccionar los libros con los que tenemos intención de trabajar, acudamos a librerías (sobre todo aquellas librerías infantiles en las que los niños tienen acceso directo a los libros y los vendedores puedan observar las reacciones de los propios niños), a bibliotecas, páginas webs, asociaciones de ocio y tiempo libre e incluso blogs de colegios.
A continuación mostramos algunos enlaces que pueden resultar interesantes a la hora de mantenernos informados sobre la literatura infantil:
También podemos acudir a numerosas organizaciones e instituciones como la Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil que, por mantener una estrecha relación con la literatura infantil, pueden asesorarnos sobre los autores, los temas y las obras más interesantes para nuestros alumnos.
Además, en relación a la teoría y a la crítica de la literatura infantil, puede ser también interesante consultar dos obras modernas y bastante completas que nos permitirán valorar de una manera mucho más objetiva las características de la literatura infantil y los aspectos más importantes que debemos tener en cuenta sobre la misma; así, Román López Tames, con su “Introducción a la literatura infantil” (1985) y Juan Cervera, con su “Teoría de la literatura infantil” (1991) nos aportan una formación adicional que nos puede ser muy útil a la hora de seleccionar y analizar las obras adecuadas para nuestros alumnos.
Y ahora que conocemos algo más sobre literatura infantil… ¿¿Qué os parece si la utilizamos para entretener, divertir, hacer soñar y educar a los más pequeños??