Y pienso que ninguno de nosotros se arrepintió de aquella pequeña excursión; pues al hecho de haber aprendido un poco y al hecho de conocer en primera persona aquella librería, habría que añadir también el buen ambiente entre nosotros, las risas, el momento de la comida o los vaciles entre unos y otros…
Aquel día salimos antes de clase, así que nos dividimos en dos coches y emprendimos nuestro camino hacia aquella librería… ¡¡¡Pero debo ser justo, y no puedo seguir avanzando en esta historia sin antes haber mencionado la paciencia de mi pobre compañera de viaje, por aguantar tanta bromita!!!
(Si lo estás leyendo, piensa que te hice un favor: ¡¡¡Ahora estás más cerca de ir al cielo!!!).
El caso es que, al fin, llegamos a aquella plaza enorme con una duda en la cabeza y otra en el estómago: Había que comer, pero… ¿¿Antes o después de ir a la librería??
Supongo que, al ver la foto, el lector puede deducir que nos vimos frente a nuestro destino con el estómago vacío; pero pronto olvidaríamos aquello y nos centraríamos en aquel lugar tan chiquitito, pero que transmitía tanto…
Porque, al menos yo, imaginaba una librería mucho más grande; con una decoración recargada y llena de preciosos libros a los que los niños jamás tendrían acceso, una librería a la que se daría mayor importancia al pagador, que al consumidor.
Pero la realidad es que era una librería totalmente contraria a todo aquello, se trataba de un lugar en el que el libro era el principal protagonista; un espacio en el que reinaba un “orden caótico” que aquella agradable mujer que nos atendió parecía conocer perfectamente…
Y, nuevamente, debemos hacer mención especial para otra persona; pues aquella señora destacó en todo momento por su amabilidad, por su interés hacia nosotros y por la paciencia y comprensión que mostró al permitirnos preguntar, acceder al interior de la tienda y hacer todo tipo de fotografías.
Finalmente, tras aquella breve conversación, pudimos acceder a las profundidades de aquel lugar; y digo a las profundidades porque, en aquella librería, lo verdaderamente interesante estaba bajando aquella escalera que parecía llevarte a una especie de cueva llena de libros.
Una cueva en la que te absorbía una atmósfera extraña, indescriptible; un lugar que transmitía tranquilidad, en el que pudimos curiosear los libros y en el que nos dimos cuenta de que una buena librería infantil no es aquella en la que todo parece sacado de un cuento, sino aquella en la que los niños puedan acercarse verdaderamente a los libros y a la lectura.
Pero entre todos aquellos libros pudimos comprobar que también había espacio para la literatura juvenil; un pequeño rincón que, una vez más, me recordó a esa persona tan especial… ¡¡Porque allí pude ver aquella trilogía que ambos leímos este verano, aquella trilogía que nos enganchó y nos hizo pasar horas y horas hablando y soñando!! (Si llegas a leer todo esto, te animo a que busques aquellos libros en la siguiente foto… ¡¡Un beso enorme!!).
¿¿Y qué decir de ese pequeño rinconcito de trabajo?? Aquel espacio sin libros que contrastaba con el resto de la librería y en la que los niños podrían dejar volar su imaginación para realizar numerosas actividades teatrales, cuentacuentos o distintas actividades en grupo que estimulasen el interés por la lectura en los más pequeños… Aquel espacio me hizo darme cuenta de que estábamos en un lugar que era algo más que una simple librería, un lugar en el que realmente se interesaban porque los niños se acercasen a la lectura y a los libros.
Y para finalizar, os animo a visitar aquel lugar en el que no sólo podréis adquirir libros, pedir asesoramiento o simplemente observar cómo es por dentro una librería infantil; sino que os servirá también para daros cuenta de que a veces, lo más simple, es lo que puede llamar la atención de vuestros alumnos…
¡¡¡Yo no me arrepiento de haber visitado aquel lugar que imaginaba como un palacio y resultó ser una cueva mágica!!!
Sin duda alguna, un lugar maravilloso y realmente especial!! Y por supuesto un día inolvidable, a pesar de tener que aguantaros!!!! =)
ResponderEliminarPreciosa aportación. Lo que más me gusta es que no sale de tu razón, sino de tus emociones. Es estupendo que sintieras tantas cosas visitando La mar de letras y espero que, algún día, consigas que tus alumnos sientan lo mismo que tú cuando los invites a visitar, con sus padres, lugares mágicos como ese.
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