31 mar 2014

Visitando un circo muy especial...

En los últimos meses he recordado, junto a vosotros, aquellos preciosos años de universidad, he podido agradecer la oportunidad que tuve de cumplir un sueño, he reflexionado sobre el paso del tiempo, os he mostrado mi faceta de actor e incluso he podido rendir un más que merecido homenaje a ese equipo luchador de alegres colores rojiblancos; por eso, ahora quiero continuar nuestro viaje con una visita a un circo muy especial…

Un circo en el que tuve la oportunidad de conocer a un impresionante líder que, a través de confianza y respeto, fue capaz de extraer lo mejor de una serie de personas que parecían haber perdido el rumbo de sus vidas.

Porque, al fin y al cabo, el verdadero líder no tiene por qué ser el más inteligente, el más guapo o el más fuerte de los individuos que forman un grupo; sino el que es capaz de guiar a quienes le rodean al éxito y trabajar, junto a ellos, para la consecución de objetivos comunes.

No obstante, lo cierto es que cada uno de nosotros tenemos en nuestro interior al mejor líder con el que podríamos contar para superar las dificultades y alcanzar el éxito; pues incluso en aquellos momentos en que más vulnerables e incapaces nos sintamos, debemos recordar que siempre tendremos la opción de resurgir de nuestras cenizas y, al igual que el ave Fénix, renacer mucho más fuertes y radiantes.

Por eso, espero que la visita a este circo sirva para que empecemos a ser capaces de ver la belleza que puede surgir de las cenizas y para que comprendamos lo importante que es el hecho de no rendirse jamás...


¡¡Mientras mayor es la lucha, más glorioso es el triunfo!!

18 nov 2013

Sobre el pasado, el presente y el futuro...

Ahora, varios meses después de haberme convertido en maestro (me gusta más que la palabra “profesor”), echo de menos aquel lugar en el que probablemente haya pasado algunos de los mejores años de mi vida…

Durante cuatro largos años hemos vivido momentos inolvidables y otros que quisimos olvidar cuanto antes, hemos querido y hemos discutido, hemos disfrutado y hemos trabajado duro, hemos conocido a mucha gente y también hemos perdido la oportunidad de conocer más a fondo a otras personas que, quizás, merecían muchísimo la pena; pero, sobre todo, HEMOS VIVIDO…

Y digo que, sobre todo, hemos vivido porque todo cuanto nos ha ocurrido en este tiempo forma parte de nuestra historia y porque todos esos personajes principales y secundarios han dejado, de una forma más o menos profunda, una huella indeleble en nuestro corazón.

En mi caso tuve la suerte (o, más bien, la valentía) de aprovechar el último curso para perdonar a quienes, en algún momento de aquel largo viaje, me hicieron daño o no fueron capaces de entenderme; pero, lo que considero aún más importante, también tuve la posibilidad de ser yo quien pidiera perdón a todas esas personas con las que en algún momento pude no haber sido justo…

Siempre he tenido la creencia de que no sirve de absolutamente nada cerrar una etapa de la vida dejando en ella cualquier tipo de sentimiento negativo hacia otra persona; pues, al fin y al cabo, todos cometemos errores y nunca se sabe si, en el futuro, seremos nosotros los que debamos ser perdonados por otra persona o si, en el pasado, fuimos nosotros quienes hicimos daño.

Pero… ¿Qué son el pasado y el futuro?

¿Qué tiene el pasado para que nos aferremos a él con tanta fuerza? ¿Por qué nos da tanto miedo la incertidumbre de un futuro que no está escrito? ¿Cómo es posible que, en ocasiones, ambos nos preocupen incluso más que el presente? ¿Para qué preocuparse de un pasado irreversible o de un futuro incierto, en lugar de disfrutar o luchar por la certeza del presente? ¿Por qué no representar al dios Jano con una tercera cara que simbolice al presente?

Sé que ese presente del que hablo es efímero o incluso inexistente, pues incluso cada una de las palabras que estoy escribiendo en este párrafo forma, ya, parte de mi pasado; pero también estoy convencido (o al menos intento convencerme a mí mismo) de que el libro de nuestro pasado no está escrito con las líneas invisibles del futuro, sino con la certeza del presente, y de que el futuro no dependerá de nuestros errores o aciertos en el pasado, sino de nuestras actitudes actuales.

Hace un tiempo tuve la suerte de ver un vídeo en el que alguien me hizo apreciar, perfectamente, la importancia del presente... ¡¡Era el mismísimo Will Smith!!

El actor explicaba que, hace mucho tiempo, su padre les obligó a su hermano y a él a reconstruir un muro que, previamente, había derribado; cuando los pequeños dijeron que era imposible, su padre les pidió que nunca más volvieran a decir que había algo que no fuesen capaces de hacer…

En ese momento, Will Smith y su hermano, dejaron atrás la idea de construir la pared más grande e imponente que jamás hubiera sido construida y comenzaron a pensar en el presente, es decir, en poner el ladrillo que tenían en la mano de la manera más perfecta que pudiera ponerse... ¡¡Y así con cada uno de ellos, cada día, hasta conseguir finalizar el muro!!


¡¡Sonríe con el pasado, disfruta con el presente y sueña con el futuro!!

2 may 2013

Una excursión por la estrella de la educación...

Después de compartir con el viejo Rafiki algunas experiencias y tras atender con entusiasmo sus interesantes lecciones, llegó el momento de realizar un pequeño viaje hacia la particular estrella del mundo de la educación; un pequeño "Sol" al que decidió acompañarme Isabelina y en el que tuve la oportunidad de comprobar cómo era dar clase en el tercer ciclo de la etapa de Educación Primaria, algo que, a su vez, me sirvió para comparar con mis experiencias anteriores en el primer ciclo de esa misma etapa educativa.

Durante mi estancia en aquella interesante y acogedora estrella, tuve la oportunidad de vivir muy buenos momentos y de conocer a muchísima gente que, cada una a su manera, me aportó mucho para mi formación como maestro; por lo que aprovecho para saludar a todos los habitantes de aquel "Sol" y para agradecer el trato que nos brindaron durante nuestra estancia.

Además, aprovechando todos los conocimientos que adquirimos tanto en nuestro viaje hacia el mundo de la educación, como en mi paso por aquel mundo en el que conocí a gente tan interesante como el señor Keating, durante mi estancia en el “Sol” pude contar a mis alumnos una pequeña historia sobre Federico García Lorca que sirvió para que aprendiesen algunos conceptos literarios de forma divertida y que sirvió, además, como un pequeño homenaje a esa "pequeña Leire" que, hace ya muchos meses, tuvo la gran idea de hacer de "cuentacuentos":

“Había sido una noche inolvidable para toda la familia, pues aquel mes de agosto se habían reunido en el jardín de la casa familiar para pedir algunos deseos y observar cómo se elevaban al cielo estrellado algunos farolillos voladores.

La pequeña Leire jugaba con sus regalos de cumpleaños junto a sus hermanos y primos mientras los padres y abuelos conversaban e imaginaban cómo sería la vida de los pequeños dentro de unos años…

Los adultos estaban disfrutando de aquella agradable conversación cuando Leire se acercó a su madre con el último regalo de cumpleaños que le quedaba por abrir; era un paquete pequeñito con un sello que le había llamado la atención.

· Mami… ¿quién es este señor que aparece aquí?
· Es Federico García Lorca, uno de los escritores de la Generación del 27.
· ¿Y por qué aparece en los sellos? ¡¡A mí no me parece guapo!!

Toda la familia empezó a reír por la respuesta de la niña y su madre sonría ante la curiosidad de su  hija.

· ¿Quieres que te cuente un cuento sobre este hombre?
· ¡¡Sí!! ¡¡Sería genial, mami!!

Sorprendida por las ganas de aprender de la pequeña Leire, comenzó a contarle un cuento cortito con el que, a través de la exageración de su biografía y algunas anécdotas y curiosidades, la niña pudiese entender de dónde venía la importancia de aquel señor (Lorca) que aparecía en los sellos de correos.

· En realidad, aunque todo el mundo le conoce ahora como Federico García Lorca, este hombre se llamaba Federico del Sagrado Corazón de Jesús García Lorca.
· ¡¡Qué nombre tan largo!! – Interrumpió la pequeña.
· Sí… Y hace poco más de un mes se cumplieron cien años de su nacimiento.
· Pero entonces… ¡¡Es incluso más viejo que el abuelito!!
· Sí, y en aquella época todo era muy diferente a como es ahora, verás. – Finalizó la madre antes de seguir con el cuento: Nació en 1898 en Fuente Vaqueros, un pueblecito andaluz; pero cuando tenía once añitos se fue con toda su familia a la ciudad de Granada.
· ¿Y no echaba de menos a sus amigos?
· Sí, por eso solía ir todos los veranos a Valderrubio, un pueblecito cercano al suyo.
· ¿Y qué hacía allí?
· Pues verás, cuando era adolescente, a Lorca le llamaba mucho más la atención la música que la literatura; probablemente porque, desde pequeñito, aprendía música y letras con su madre y estudiaba piano. Así que se dedicaba a ver a sus amigos y a escuchar y tocar algo de música.
· ¿Tocaba bien el piano?
· ¡¡Muy bien!! Tanto que incluso algunos de sus compañeros de universidad le consideraban mejor músico que escritor; aunque con un profesor y varios compañeros universitarios realizó varios viajes por España que le ayudaron a conocer mejor su país y a despertar su vocación como escritor, surgiendo de aquellas pequeñas excursiones su primera obra en prosa titulada “Impresiones y Paisajes”.
· Ojalá a nosotros nos llevasen de excursión más a menudo… - Protestó la pequeña.
· Pero la vida de Federico García Lorca no solamente fue ir de excursión… Pronto continuaría sus estudios en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde conoció a muchos intelectuales y escritores; haciéndose muy amigo de otras personas famosas como Salvador Dalí, Luis Buñuel o Rafael Alberti e incluso estando influenciado por Juan Ramón Jiménez, a quien conoció por medio de Francisco de los Ríos.
· Entonces… ¿Se fue otra vez a vivir lejos de su casa?
· Sí, y fue entonces cuando comenzó a convertirse en el famoso escritor que todos conocemos; pero pronto volvió a Granada y comenzó una amistad con el compositor Manuel de Falla.
· Jope, mami… ¡¡Lorca tenía muchos amigos!!
· ¡¡Muchísimos!! Y todos eran muy interesantes… Por ejemplo, algunos se reunían en una cafetería que se llamaba “La Alameda” y formaban una tertulia conocida como “El Rinconcillo”, donde conversaban habitualmente sobre la importancia del patrimonio artístico y la vida cultural o sobre la importancia de rebelarse contra la monotonía, el costumbrismo y el hermetismo local.
· Aaaaah… ¡¡Claro, por eso viajaba tanto!!
· Eso es… Federico García Lorca sentía un gran amor por su país y le gustaba conocer todas sus regiones; por eso se puso muy contento cuando su amigo, el pintor Salvador Dalí, le invitó una Semana Santa a Cadaqués, lo que le permitió conocer un poco más sobre la cultura catalana y, sobre todo, afianzar una enorme amistad entre ambos que incluso llevó al poeta a escribir su “Oda a Salvador Dalí”.
· Jo, mamá… Parece como si a Lorca le gustase mucho más la música y la pintura que la literatura…
· No creas, hija. También estuvo muy interesado por la literatura… Le gustaba tanto que incluso un escritor que había muerto 300 años antes le influyó en algunas de sus obras como “La sirena y el carabinero” y en fragmentos de otra obra como “El romancero gitano”; incluso el homenaje de su muerte que se realizó en el Ateneo de Sevilla hizo que varios poetas españoles se uniesen mucho más hasta llegar a formar lo que se conoce como la Generación del 27.
· ¿Y por qué ese número?
· Pues verás… Ese escritor barroco, que tanto gustaba a los autores españoles de la época, se llamaba Luis de Góngora y Argote y murió en 1627; por lo que esa generación de poetas españoles recibió ese nombre que hacía referencia al autor que, de alguna manera, les había unido.
· ¿Y quiénes formaban la Generación del 27?
· Muy buena pregunta, hija… Los autores de la Generación del 27 fueron el propio Lorca, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, Emilio Prados, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre y Dámaso Alonso.
· Más amigos… ¡¡Debía ser muy feliz!!
· Sí, pero no creas que todo era de color de rosa… Lorca también pasó un momento muy duro y se sintió molesto cuando la publicación de su “Romancero gitano” hizo que algunos le calificaran como costumbrista, conformista e incluso como un mito de gitanería, inculto, salvaje y maleducado; además, cuando algunos de sus mejores amigos comenzaron a criticar su obra, también sufrió una separación con un escultor llamado Emilio Aladrén con el que mantenía una fuerte relación afectiva.
· Pobrecito... – Dijo la niña bajando la mirada.
· Sí, pero no te pongas triste, hija… A veces de los momentos más duros también se aprende, y Federico García Lorca siguió trabajando y luchando por mejorar; incluso ese momento tan delicado le sirvió para tomar la decisión de ir junto con Fernando de los Ríos a Nueva York para conocer la cultura extranjera e inspirarse para escribir una de sus obras más famosas, titulada “Poeta en Nueva York”.
Además, su estancia en América le permitió conocer también La Habana, una ciudad de la isla de Cuba en la que experimentó una gran sensación de libertad y alivio; lo que hizo que llegase a comparar aquel lugar, con su Andalucía natal.
· ¿Y entonces se quedó a vivir allí para siempre?
· No, volvió a España meses antes de proclamarse la II República y colaboró en la política cultural republicana organizando el teatro universitario “La Barraca” para poner el teatro al alcance del pueblo, lo que le dio la oportunidad de escribir algunas obras de teatro que se hicieron muy famosas en Sudamérica y le brindaron la oportunidad de viajar a Buenos Aires y Montevideo.
· ¿También escribió teatro?
· Sí, y algunas obras muy importantes como “La casa de Bernarda Alba” o “Bodas de sangre”…
· ¿Regresó a España?
· Sí, y durante su regreso insistió mucho en la responsabilidad social del artista; llegando a ver el teatro como una herramienta de educación de un país. Además, durante aquellos años, la situación política de España era muy delicada.
· ¿Delicada?
· En España estaba a punto de surgir una guerra civil y Lorca decidió marcharse a Granada para reunirse con su familia; pero su fama de liberal provocó que fuese apresado y se presentasen contra él cargos como “ser espía de los rusos, ser homosexual y haber sido secretario de Fernando de los Ríos”.
· ¿Y qué pasó entonces?
· Una noche, después de pasar varias horas en una cárcel improvisada, el poeta fue llevado en un camión, junto con otros presos, a algún lugar en la carretera entre Víznar y Alfacar, donde fue fusilado el 19 de Agosto de 1936 cuando tenía 38 años.
· Pobrecito…
· Fue una lástima que fuese asesinado tan joven, pero se trata de una persona impresionante que nos dejó un legado importantísimo a pesar de su juventud… ¿No crees?
· ¡¡Claro!! Me ha gustado mucho la historia, mami.
· Me alegro mucho, pequeña… ¡¡Ahora abre tu último regalo y vamos todos a dormir.”

Y ahora, tras una breve excursión por el “Sol” del mundo de la educación, volveremos para seguir explorando este mundo tan maravilloso e interesante…

18 nov 2012

El necesario reencuentro con los "maestros olvidados"...

Durante nuestro viaje para encontrar la puerta de acceso al mundo de la literatura, durante el recorrido que todos juntos hicimos por ese mundo y en mis primeros pasos por el mundo de la educación hemos podido escuchar, en numerosas ocasiones, a nuestros guías hablándonos de la importancia que debe tener para un maestro la formación continua y el deseo de seguir aprendiendo a través de cursos e incluso de lo que puedan enseñarnos los propios niños…

Y, sinceramente, creo que es cierta tanto esa importancia en la formación continua, como esa posibilidad de aprender de nuestros alumnos, pero… ¿¿Por qué nadie se acuerda de esos otros “maestros olvidados” a los que conocimos en nuestra infancia y que siguen estando a nuestra disposición para cuando necesitemos visitarlos?? ¿¿Por qué no damos la importancia que se merece a esas otras enseñanzas sobre la vida que tanto nos pueden ayudar personalmente y laboralmente?? ¿¿Acaso el hecho de que nos salga barba nos debe hacer avergonzarnos de sacar al  niño que todos llevamos dentro??

Creo que, a lo largo de la vida, cualquier persona puede llegar a encontrarse como un león asustado y perdido; incapaz de enfrentarse al pasado, con miedo de mirar hacia el futuro y huyendo de la realidad presente.

Y es que, a veces, las personas podemos llegar a olvidar quienes somos realmente; sentimos que nada de lo que podamos hacer servirá para dar solución a ese problema que nos atenaza, que ninguno de los consejos que nos pueda dar un buen amigo servirá para liberarnos de nuestras preocupaciones o que nadie es capaz de comprendernos y apoyarnos en un momento complicado…

¡¡Es entonces cuando aparecen aquellos maestros olvidados para recordarnos esas lecciones tan importantes que nos sirven para enfrentarnos a la vida!!


Como hemos podido ver, hace muchos años que el maestro Rafiki nos enseñó que, a veces, debemos adentrarnos por caminos complicados y peligrosos para poder mirar en nuestro interior, volver a recordar quiénes somos realmente y comprender que somos capaces de conseguir grandes hazañas si dejamos a un lado nuestros miedos del pasado y decidimos enfrentarnos a las dificultades del presente con entusiasmo y convencimiento…

Y ahora que hemos recordado las enseñanzas de este peculiar simio… ¿¿Seremos capaces de llevar a la práctica lo aprendido??

20 oct 2012

El ingenioso herrero don Francisco de la Mancha

El destino le impidió, por apenas unos días, ver al hijo menor de su primogénita en la universidad; pero ahora, después de algo más de tres años, espero que desde aquel lugar desconocido en que se encuentre pueda estar orgulloso de aquellos nietos a los que tanto enseñó y con los que tanto jugó.

Él era un hombre justo y trabajador, un hombre honrado a quien no le importaba salir perdiendo por no sentir que podía estar aprovechándose de los demás, un hombre inteligente e ingenioso que siempre tenía algo en mente; era una persona firmemente convencida de que en la vida había que escuchar siempre al corazón, una persona que hablaba de la importancia de hacer el bien pero sin permitir que nadie nos dañase.

Era, simplemente, una persona que marcó positivamente a todo aquel que llegó a conocerle…

Porque todos recordamos todavía cómo bailaba con nosotros ese “Rascayú” que tanto nos hizo reír, cómo cantaba la canción del caimán, cómo se quedaba dormido con el puro en la mano o cómo nos ayudaba (e incluso nos incitaba) a hacer todo tipo de travesuras que, en ocasiones, se convertían en auténticas maldades.

Tuve la suerte, durante mi adolescencia, de poder disfrutar muchísimo de su compañía entre aperitivos de patatas fritas con chatos de vino; y aquellos momentos harán que siempre le esté agradecido por haberse mostrado cariñoso y dialogante, por haberme entendido cuando algunos fines de semana no pasaba por casa ni siquiera para dormir o por aquellos detalles pequeñitos que tenía siempre con todo el mundo y que hacían que la vida fuese un poco más alegre…

El tiempo me hizo comprender que disfrutaba tanto como yo cuando nos sentábamos a ver aquellos partidos de fútbol a los que se aficionó por mí o cuando nos sentábamos y hablábamos de cientos de cosas; pero cuando más contento se ponía era al compartir conmigo todo tipo de experiencias, sentimientos, anécdotas o preocupaciones…

Yo era consciente de que le gustaba saber cosas de mí y él siempre se mostró discreto y supo que había ciertos temas de conversación que no debía sacar para no incomodarme; pero su carácter “vaciloncillo” le llevaba de vez en cuando a “decir sin decir” alguna cosilla que, con su gracia habitual, me hacía comprender que sabía más de lo que a mi me hubiese gustado que supiera y que, a la vez, debía estar tranquilo porque, mientras él estuviese allí, todo iría bien.

Y si todo iba bien en su presencia fue debido a que sus circunstancias personales hicieron que, desde muy pequeño, se convirtiese en un discípulo aventajado de la vida para, posteriormente, pasar a ser un maestro para toda su familia; y por eso, como maestro que pronto seré, en mis primeras prácticas tuve la ocasión de brindarle un pequeño homenaje…

Porque, además de ser una gran persona y un gran abuelo, el ingenioso herrero don Francisco de la Mancha pasó a la historia como inventor al realizar la mejora y fabricación de aquellos arados de desfonde que, desde época de los romanos, habían estado sin modificar; y eso es algo que, al hablar de los inventos, debía compartir con aquellos pequeños que miraban sorprendidos la placa de la patente y los bocetos de un invento “de los de verdad”.

Aquel día comprendí que nuestra profesión es tan bonita que incluso nos ofrece la posibilidad de homenajear continuamente a nuestros seres queridos y a esas personas que nos han aportado tanto a lo largo de nuestra vida; porque, desde donde quiera que esté, estoy seguro de que sonreía de forma pícara al ver cómo su nieto se había convertido en uno de esos maestros de escuela a los que tanto admiraba y que, entusiasmado, explicaba a sus alumnos la importancia de los diferentes inventos y del avance científico poniendo a su propio abuelo como ejemplo…

Porque, aquella primera persona que dejó de lado el “Javier” o “Javi” para llamarme “Javierín” también es responsable de mis éxitos…

¡¡Gracias por tu cariño y comprensión, maestro!!

22 jun 2012

Aquellas primeras trampas...

Había pasado algún tiempo desde mi entrada al mundo de la educación y aquella pequeña familia me iba acogiendo en su seno para hacerme sentir como uno más; el jefe, Toro Sentado, confiaba en mí, los pequeños me querían y yo sentía como si aquellas personas hubiesen sido siempre conocidas para mí.

Con el paso de los días, como es normal, comenzaron a surgir algunas anécdotas; se podía empezar a ver cómo había niños con más picardía que otros y cómo el ser humano, desde su más tierna infancia, intenta siempre utilizar los recursos que tiene en su mano para cumplir un objetivo.

Llegaron los primeros ejercicios de repaso (disculpen lo absurdo del término, pero cualquiera de nuestros pequeños podría llevarnos directamente a prisión sin pasar por casilla de salida simplemente por cambiar el nombre de aquello que, antiguamente, nosotros conocíamos como exámenes o pruebas objetivas) y, con ellos, los primeros síntomas de una picardía precoz e incluso las primeras trampas que, sin la experiencia que dan los años, solían salir bastante mal…

Todo estaba dispuesto para comenzar un examen de matemáticas sobre las tablas de multiplicar, las mesas separadas y los niños mirando a aquellas dos personas a las que querían pero que, durante el tiempo que durase aquel examen, se habían convertido en su principal enemigo, en un obstáculo hacia la gloria, en dos seres malvados que les observaban atentamente para evitar que lograsen su objetivo de una manera poco honrada…

Recuerdo que había un póster con todas las tablas de multiplicar colgado en la pared, algunos niños me recordaban a esas moscas que parecen frotarse las manos al aterrizar sobre el suculento premio que, en este caso, estaba colgado de una de las paredes; pero ninguno de ellos contaba con que el más joven de los malvados monstruos vigías (todos mis respetos hacia mi gran amigo Toro Sentado si llega a leer esto pero, llegados a este punto, aprovecho para gastarle una broma; porque aunque yo goce de la fuerza y la belleza que da la juventud, él goza de la experiencia que dan los años…) también había observado aquel inmenso cartel y se pondría justo delante como el guardián de aquel tesoro que les llevaría a la gloria por un camino tan fácil como sucio.

Al observar que me había convertido en un obstáculo que impedía su visión, el pequeño “Tanín” me miró con muchísima tranquilidad, como pensando que era algo normal, me pidió: “Javi, quita de ahí… ¡¡Que no veo!!”.

En aquel momento no pude hacer más que echarme a reír mientras el impaciente niño me hacía gestos con la mano para que me apartase de delante del póster, pero enseguida le contesté algo con lo que comprendería que en aquel examen no sería fácil copiar: “De eso se trata, tienes que saber hacerlo sin mirar…”.

Una vez se habían repartido todos los exámenes, Toro Sentado se dirigió hacia aquel inmenso objeto de tentación y lo descolgó; pero aquel arranque de sinceridad e ingenuidad no sería el único intento de copiar durante aquel examen…

Algunos minutos después, mientras observaba cómo algunos pequeños eran capaces de multiplicar de cabeza y otros se ayudaban con sus dedos, pude ver cómo “El Tigre” hacía grandes esfuerzos por buscar los resultados del examen en una regla en la que tenía escritas todas las tablas de multiplicar; pero su habilidad para copiar era inversamente proporcional a su osadía a la hora de hacerlo, así que me hice el despistado y, cuando menos se lo esperaba, aparecí por su espalda para robarle aquella herramienta prohibida.

El examen acababa de empezar y me miró como suplicando piedad al tiempo que me solicitaba la devolución de su regla ante la promesa de guardarla, pero debía ser inflexible y me la guardé hasta que acabase el examen al tiempo que le daba la opción de continuar y demostrar que era capaz de hacerlo por sí mismo...

No obstante, estas primeras trampas fueron solo las primeras; pues conforme se iban realizando los temidos “ejercicios de repaso” pude observar cómo más de uno intentaba buscar su propio método para burlar mi vigilancia y la de Toro Sentado; y aunque como profesores debemos intentar evitar que los alumnos consigan sus objetivos académicos de forma poco honrada… ¿¿Quién no ha intentado burlar alguna vez la vigilancia extrema de uno de esos “monstruos de los exámenes??

21 mar 2012

¡¡La entrada al mundo de la educación!!

Se acercaba el momento y todos estábamos bastante nerviosos a la vez que ilusionados, surgían dudas de todo tipo, nuestros miedos más profundos habían comenzado a surgir del interior y nos refugiábamos en el apoyo mutuo y en la esperanza de que todo saliese bien y disfrutásemos de una profesión que, de una u otra forma, iba a comenzar en apenas unos días…

En aquellos momentos todos nos apoyábamos con continuos mensajes de ánimo, había multitud de conversaciones en las que algunos de nosotros nos intentábamos tranquilizar mutuamente y los buenos deseos para el compañero de viaje eran la tónica general en los días previos a aquel Martes 28 de Febrero en que nos veríamos por primera vez frente a una clase de niños a los que deseábamos poder aportar nuestro granito de arena como profesores en prácticas.

Se podría decir que aquellos días de acampada en la cueva, frente a la puerta de entrada al mundo de la educación, nos sirvieron para hacer piña y concienciarnos de que debíamos disfrutar y aprender de aquella experiencia que, por primera vez desde que comenzamos nuestro viaje, íbamos a emprender en solitario.

La noche anterior a nuestra nueva aventura, el señor Keating nos reunió a todos frente a aquella enorme puerta para desearnos muchísima suerte; nos hizo ver que había llegado el momento de separarnos y comenzar una andadura en la que tendríamos que pasar tanto por buenos momentos, como por malos momentos y, finalmente, nos abrió una pequeñísima rendija de aquella puerta de la que surgieron las voces y risas de lo que parecían ser miles de niños disfrutando y jugando...

Todos nos quedamos sobrecogidos al escuchar aquel jaleo que nos hizo dar un paso atrás, pero todavía nos llamó muchísimo más la atención aquel resplandor que salió de la minúscula rendija que había dejado el señor Keating.

Tras unos segundos, el señor Keating se acercó a una puerta a la que, a pesar de estar ya abierta, dio tres golpecitos con el puño como pidiendo permiso para entrar; y fue entonces cuando todo aquel ruido se convirtió en un silencio sepulcral y el brillante resplandor disminuyó hasta convertirse en una cálida y relajante luz tranquilizadora…

Una vez había terminado esta especie de ritual, el señor Keating nos sonrió y nos dijo que hiciésemos lo posible por contener los nervios y descansar aquella noche previa; pues al día siguiente nos sorprenderíamos al vernos solos frente a aquella puerta por la que accederíamos a un nuevo mundo lleno de secretos y de sorpresas.

Al fin llegó el gran día y aquella mañana me desperté con una sensación bastante extraña, pues iba a ser la primera vez que me presentara en un centro educativo sin saber muy bien si lo hacía como alumno o como maestro; aunque supongo que todo maestro debe tener algo de alumno y que, sin darse cuenta, todo alumno tiene mucho que enseñar a un maestro.

En ese momento crucé la puerta hacia el mundo de la educación y, sin darme cuenta de cómo había llegado hasta allí, me vi frente a los 28 pequeños que componían el grupo 2ºC de Educación Primaria y noté cómo me miraban ante la atenta mirada de "Toro Sentado", el jefe de aquella pequeña tribu.

Estaba rodeado de 29 personas con las que, poco a poco, iría formando una pequeña familia en la que poder confiar, una pequeña familia en la que todos aprendíamos de todos y en la que los problemas de cualquiera serían asumidos como propios; 29 personas de las que poder aprender y disfrutar muchísimo y a las que poder aportar ese algo que les haga ser mejor personas.

Aquella mañana se pasó muy rápido entre las numerosas presentaciones, los buenos deseos y esa media hora de recreo en la que una gran cantidad de niños me había rodeado para conocer un poco más de aquel “forastero” que, de repente, había entrado directamente en su entorno más cercano; así que tras una preciosa mañana en la que pude ayudar a la pequeña “Manzanita” con esas corcheas musicales que tantos problemas le estaban dando, llegó la hora de comer y aquellos primeros minutos en los que caminaba pensando en esas horas que tan buen sabor de boca me habían dejado…

Y pronto llegó esa primera tarde en la que, nada más verme aparecer, “Lacitos” vino corriendo hacia mí para regalarme ese dibujo al que había adjuntado un pequeño papelito con la firma de uno de los jugadores más famosos del panorama futbolístico actual; era el primer regalo de los muchos que aquellos niños me irían dando a lo largo de los días, un primer detalle que me hizo entender que la profesión de maestro podía llegar a ser preciosa para cualquier persona que fuese capaz de mantener ese cariño incondicional que, desde el primer momento, te dan los alumnos…

17 mar 2012

La preparación previa...

Tras haber celebrado el ascenso hasta la cima del monte de la satisfacción y después de una noche en la que volvimos a contar numerosas historias, el frío comenzó a hacerse cada vez más intenso y el grupo decidió que lo más conveniente sería ir a dormir; pero lo cierto es que, algunos de nosotros, teníamos ganas de continuar aquella maravillosa noche de historias y bromas.

No era muy tarde y a pesar del frío hacía una noche preciosa, por lo que algunos de nosotros decidimos continuar aquella pequeña fiesta lejos del improvisado campamento en el que el grupo pasaría la noche; tras unos minutos de preparación, el perezoso “Mentalista”, las inseparables Roxy y Rolas, el también homenajeado “Guasas”, Wici, Chijquín y yo nos dirigimos hacia una pequeña explanada cerca de un faro que habíamos visto en nuestro ascenso hacia la cima del monte de la satisfacción.

Una vez allí, comenzamos a contar nuestras propias historias entre bromas, vaciles y bailes hasta el amanecer; y aunque estuvimos muy a gusto toda la noche, lo cierto es que no podíamos retrasar mucho más nuestro regreso al campamento para dormir unas horas antes de continuar aquel viaje por el mundo de la literatura.

Tras unas horas de sueño, el señor Keating nos despertó mientras algunos de nosotros le mirábamos con cierto gesto de aversión; había sido una noche muy larga y nuestro querido guía no estaba dispuesto a retrasar el viaje por nosotros…

Lo cierto es que no era justo que nuestros compañeros nos estuviesen esperando y en aquel momento de pereza me acordé de aquella frase que tanto decía mi abuelo para justificar que cada persona es libre de trasnochar todo lo que quiera, siempre y cuando a la mañana siguiente sea capaz de cumplir con sus obligaciones; así que, levantándome rápidamente, decidí imitar a mi abuelo e insistí a mis compañeros para que se levantasen diciéndoles que debíamos continuar con nuestro viaje y que “Al que no valga para gallo, que lo capen”.

Tras unas horas de viaje llegamos nuevamente a aquella pequeña cueva con figuritas de plastilina y cuyas rocas habían sido decoradas con dibujos infantiles; estábamos otra vez frente a la puerta que daba acceso al mundo de la educación y el señor Keating nos explicaba que pasaríamos un par de semanas junto a aquella puerta…

Un par de semanas en las que debíamos aprovechar el tiempo para prepararnos de forma intensiva antes de acceder a un nuevo mundo en el que cada uno de nosotros comenzaría en solitario su propia aventura; lo cierto es que todos coincidimos en que aquellas semanas se hicieron muy duras a pesar de tener muchísimo tiempo libre y de pasar momentos muy buenos, pero a mí todavía me quedaba una experiencia por vivir durante aquel periodo de preparación...

De repente, sin saber muy bien cómo había llegado hasta allí, me vi en un lugar totalmente desconocido, rodeado de nieve y arrastrando mi enorme maleta por aquella cuesta inolvidable que llevaba a un lugar en el que, poco después, me reencontraría con Trébol y daría comienzo una aventura inolvidable…

Fueron unos días realmente geniales en los que pudimos conocer lugares preciosos, en los que hubo tiempo para bromear, para hablar de cientos de cosas y para conocernos muchísimo mejor; rememoramos momentos del pasado y, sobre todo, vivimos anécdotas que siempre mantendremos en nuestro recuerdo y en nuestro corazón…

Por todo ello, y por mucho más, siempre estaré agradecido a Trébol por haberme dado la oportunidad de vivir una experiencia única e inolvidable; pero creo que también debo ser justo y agradecer todo el cariño de aquellas personas que, prácticamente a diario, nos fueron escribiendo para interesarse por nosotros durante aquellos días…

Pero, tras aquel impresionante viaje por tierras nórdicas, llegó el momento de regresar a la cueva en la que se encontraba la puerta de acceso al mundo de la educación…

¡¡¡Una nueva aventura estaba a punto de comenzar!!!

3 feb 2012

Recordando nuestro pasado...

El ascenso hasta lo más alto del monte de la satisfacción había sido largo, la noche se nos había echado encima y la oscuridad lo cubría todo; así que decidimos acampar en la cima del monte para, además, intentar disfrutar de otra noche de literatura bajo la luz de las estrellas.

Tras sentarnos alrededor de un pequeño fuego comenzamos a hablar de nuestros primeros recuerdos en relación a la literatura.

Algunos recordaban los primeros libros que sus padres les leían, otros sonreían al pensar en aquellas historias y cuentos que sus abuelos les contaban e incluso había quien afirmaba inventar sus propias historias cuando era pequeño…

Y es que, cuando somos niños, nuestra imaginación no está coartada por la vergüenza, no se ve restringida por el miedo, ni es limitada por los prejuicios de los adultos; sino que fluye de forma natural de nuestro interior y nos lleva a distintos mundos de fantasía en los que realmente se puede disfrutar de una gran cantidad de historias que leemos, nos cuentan e incluso inventamos.

En aquel momento recordé que el pequeño Javier Alarcos tenía mucha imaginación y que, cuando era niño, también disfrutaba creando sus propias historias y cuentos; porque, en ocasiones, el entusiasmo de los más pequeños les impulsa a pasar horas y horas haciendo lo que más les gusta, imaginando y jugando a crear mundos ficticios con los que realmente se sienten identificados…

Fue entonces cuando comenzamos a compartir algunas de las historias que recordábamos haber inventado cuando éramos más pequeños, todos escuchábamos asombrados las creaciones infantiles de nuestros propios compañeros e incluso reflexionábamos acerca de las cosas tan bonitas que podíamos hacer siendo tan pequeños.

Jamás pensaría que fuese a contar aquella historia a mis compañeros, pero el tema de conversación había hecho que fuese muy oportuno compartir aquel cuento que realicé con nueve añitos y que me proporcionó una de las mayores satisfacciones de mi vida cuando, en el último año del siglo pasado, vi publicada mi propia creación en una revista.

Aquella historia titulada “El problema de los animales” había salido de mí interior y sentía algo de vergüenza cuando comencé a relatar la historia; pero, poco a poco, aquel sentimiento negativo dio paso a una sensación de alegría por poder compartir con todos mis compañeros de viaje algo tan propio y tan valorado por mi entorno hace casi 15 años.

Cuando me di cuenta, las palabras surgían de mis labios con mucha mayor tranquilidad y hacía llegar a todos los presentes aquella historia:

“Erase una vez un bosque enorme, en el que había un estanque con aguas cristalinas que parecían un espejo. Estaba tan lejos de ciudades y de otros pueblos que a los seres humanos no se les ocurría pasar por allí. Un día los animales que habitaban el bosque se reunieron para hablar de un gran problema que tenían. El agua del estanque se estaba agotando. Pececillo, el más pequeño del bosque y del estanque, no podía aguantar más de tres días sin agua y por eso había que evitar que el agua del estanque se agotara.


Había una tortuga llamada Capri que dijo:

- ¿Por qué no hablamos con los habitantes del bosque vecino que está a 50 kilómetros de aquí, para que los animales nos transporten un poco de su agua?

-Jabalí: OINK-OINK, yo no estoy para tantos kilómetros.

El caracol llamado Titi muy entusiasmado dijo:

-¡Jabalí! ¿Cómo quieres que sobreviva pececillo si se agota el agua del estanque?, Además Capri, yo y todos los demás, incluyéndote a ti, necesitamos el agua.

Capri:


-Es verdad, que levante la pata, la pezuña o que saque los cuernos quien esté a favor. Todos levantaron la pata, la pezuña y los cuernos menos Jabalí. La Rana Verde que tenía un problema de tartamudez al croar dijo:

-CRO-CRO-CRO-CROAC yo sirvo de esponja, me meto en el agua, salgo y me estrujáis como un limón.

Todos fueron al estanque a ver a Pececillo. La Rana Verde se metió en el agua con Pececillo y notó como si alguien le cogiese de un anca y tirase de ella. Miró hacia abajo y se dio cuenta de que había una grieta en el estanque. Ésta sacó a Pececillo y lo metió dentro de su boca. Empezó a hacer saliva para que sobreviviese. Entonces el Lobo y el Pato tuvieron una gran idea. Si pusiéramos una piedra en la grieta no se filtraría más agua y por lo tanto no desaparecería el agua del estanque. El Lobo se fue por la piedra y se la dio al Pato. Este dejó caer un poco la piedra y se montó encima de ella. Se sumergió y la colocó en la grieta. La Rana Verde echó a Pececillo al agua y empezó a nadar. Se dieron cuenta de que Pececillo estaba siendo absorbido por la grieta. El Ciervo con sus astas lo sacó rápidamente. Pececillo aleteaba en el suelo. Capri dijo con mucho miedo:

-Conejo, ve al bosque vecino, y pídeles ayuda.

El Pato, el Lobo, el Ciervo y el Jabalí fueron por veinte piedras que es lo que les ordenó el Conejo:

-Tardaré menos de dos días, os lo prometo.

Una vez que tenían las veinte piedras el pato colocó cinco en la grieta, se dieron cuenta de que el agua ya no se filtraba. De nuevo echaron a pececillo al agua, las otras quince piedras que sobraban las reservaron por si de nuevo tenían problemas. El Conejo al día y medio volvió con un Gato y con un Oso. El Gato disimulaba pero tenía muy malas intenciones. El Oso un día vio al Gato intentando comerse a Pececillo. El Oso le dijo "¡Suéltalo!".

El Gato hizo lo ordenado, pero muy enfadado. El Oso que quería hacerle una trampa al gato, hizo un pez con hojas y lo frotó con Pececillo para que quedara su olor y así engañar al gato. Después como el pez hecho de hojas estaba hueco, le metió dentro dos piedras muy duras. A continuación lo introdujo en el estanque. Como los gatos saben muy bien que cuando los peces mueren flotan, el pez hecho de piedras no podía flotar, entonces le dijo el Oso a Pececillo: Haz que has muerto y nada en la superficie del agua, el Gato creerá que estás muerto y no te aceptará, cogerá el pez hecho con piedras y lo morderá. ¡Se romperá los dientes! y no volverá a tener malas intenciones. Y efectivamente así ocurrió. El Oso contó a todos lo ocurrido. Perdonaron al gato pero Capri, Titi y Jabalí le dijeron:

-Te hemos traído para el bien de todo el bosque y para que ayudes a Pececillo y lo único que querías era comértelo. Ahora por malvado, solo podrás comer sopa sin sustancia y purés de patata.


El Gato le pidió perdón a Pececillo y los animales le dieron una medicina para el crecimiento de los colmillos.

Una semana después de lo ocurrido, un pájaro llamado El Mago de las Lluvias, llegó al bosque anunciando una gran tormenta para los próximos siete días, los animales muy contentos le pidieron al Gato y al Oso que se quedaran para siempre como también se lo pidieron al Mago de las Lluvias. Todos aceptaron, pues en su bosque les trataban mal, Capri les dijo: nosotros os trataremos bien y siempre estaremos felices. El Gato les prometió que nunca iba a hacer más travesuras ni intentar comerse a Pececillo ni a nadie. Jabalí muy contento le dijo: "Bien Gatito" y le frotó con su pezuña en la cabeza.

Titi muy contento dio la bienvenida a los forasteros que iban a vivir con ellos y organizaron una gran fiesta. Jabalí preparó su máquina fotográfica instantánea y les dijo a todos que se prepararan para la foto familiar, después se organizó la gran fiesta prometida y a partir de ese momento todos fueron felices y Pececillo con la lluvia caída tenía su estanque como nunca lo había tenido."

Cuando terminé de contar aquella historia pude ver cómo mis compañeros de viaje habían comenzado a aplaudir de aquella forma tan nuestra; una manera de aplaudir que, desde aquel mes de Septiembre del año 2009, había supuesto una ruidosa seña de identidad para nosotros.

Y, lo cierto, es que en aquel momento no pude más que agradecer a mis compañeros aquel estruendoso sonido liderado por el inconfundible palmoteo que, una vez más, surgía de la zona trasera del círculo que rodeaba la hoguera; una zona trasera en la que, normalmente, se encontraban aquellos chicos a quienes algunos habían decidido llamar cariñosamente “El frente Polisario”.

31 ene 2012

El monte de la satisfacción

Nuestro encuentro con Julio Cortázar había servido como estímulo para seguir abriendo nuestras mentes y ver la literatura desde un prisma diferente, apenas habíamos dormido y nos encontrábamos realmente cansados; pero la posibilidad de volver a aquella cueva y cruzar las puertas hacia el mundo de la educación nos hacía sentir una ilusión especial…

Todos estábamos impacientes y pensábamos que, posiblemente, el señor Keating nos volvería a llevar a las puertas del mundo de la educación y comenzaríamos una nueva aventura; pero nuestro guía llegó acompañado de Irune y la confusión se apoderó de todo el grupo.

Ambos me sonreían mientras explicaban al grupo que aquel día iban a llevarnos al abrupto “monte de la satisfacción” y que debíamos estar preparados para saber que sería una difícil ascenso y que lo único que encontraríamos en la cima sería nuestra propia satisfacción por el esfuerzo realizado en la escalada; aunque, desde aquel momento, sentí que merecía la pena intentarlo.

Aquel monte era más empinado de lo que jamás hubiera supuesto en un principio y, sinceramente, en ese preciso momento veía a otros compañeros mucho más preparados para llegar a la cima; así que, en un primer momento, me quise plantear aquella escalada como una aventura que debía llevar a cabo poco a poco y sin objetivos secundarios.

Parecía que estábamos ante el inicio de un largo trayecto, pues desde la base del monte de la satisfacción no éramos capaces de ver la cima y no sabíamos que nos podría deparar el destino; pero Irune y el señor Keating nos avisaron de que aquella escalada nos haría recordar todo cuanto habíamos vivido desde que comenzamos nuestro viaje hacia el mundo de la literatura.

Enseguida me puse en camino acompañado de algunos de mis compañeros mientras veíamos cómo otros se quedaban atrás con la firme intención de comenzar más tarde el ascenso; nuestros primeros pasos eran lentos y algo torpes, parecíamos algo confusos y ni siquiera sabíamos hacia dónde debíamos dirigirnos, pero pronto llegamos a un lugar que evocaba las calles de la literatura infantil y el puerto rodeado por el mar de letras.

Tenía una sensación algo extraña, pues caminaba con paso firme junto a unos compañeros que, a pesar de seguir a mi lado, parecían tomar diferentes rutas hacia un mismo destino; así que continué caminando y pronto entendí que aquel ascenso por el monte de la satisfacción no era más que el recuerdo de mi propia aventura.

Ahora lo entendía todo… ¡¡¡Cada uno de nosotros había comenzado una aventura que, a pesar de afrontar juntos, llevamos a cabo de forma individual!!! ¡¡¡Comprendí que nuestra única compañía había sido siempre el propio afán de superación y el deseo de completar de forma digna aquel viaje!!! ¡¡¡La escalada por el monte de la satisfacción no era más que una ilusión en la que cada uno estaba reviviendo su propio viaje!!!

Según avanzaba por aquel monte iba recordando cada una de las sensaciones y sentimientos que me habían acompañado durante el viaje, rememoraba los lugares por los que había pasado y notaba como el caminar se hacía más rápido; pero lo que realmente me sorprendió fue darme cuenta de que aquella aventura se había convertido en un refugio para mí… ¡¡¡Era la manera en que conseguía evadirme de mis problemas y preocupaciones!!! ¡¡¡La forma en que me sentía algo mejor conmigo mismo!!! ¡¡¡El único modo de liberarme y de poder decir muchas cosas sin necesidad de decirlas!!!

Continué avanzando mientras pensaba en lo mucho que me había aportado aquel viaje y en la fuerza que me había proporcionado la aventura durante unos meses muy duros para mí; así que, cuando durante mi escalada recorrí el último de los pueblos que llevaban al mundo de la literatura, mi objetivo cambió radicalmente…

Ya había ascendido bastante, estaba en el punto del monte de la satisfacción en el que muchos de mis compañeros decidirían quedarse, en aquel lugar que recordaba al pueblo de los grandes literatos y en el que se encontraba la entrada al mundo de la literatura; pero yo necesitaba seguir avanzando, necesitaba sentirme bien conmigo mismo y pensar que, en ocasiones, el esfuerzo trae consigo una recompensa…

Desde aquel momento me propuse llegar a lo más alto de aquel monte y seguir el viaje hasta lo más alto para que la satisfacción que había supuesto aquella aventura, siguiese presente para siempre; deseaba poder sentir que aquel viaje con el que tanto me había identificado se convertía en algo inmortal y que era capaz de conseguir grandes cosas a pesar de aquellos pensamientos negativos que me habían invadido al principio…

¿¿Estaría la clave en el esfuerzo?? ¿¿Sería imprescindible disfrutar de aquel viaje para alcanzar el éxito?? ¿¿Podría ayudar la propuesta de un objetivo más definido y ambicioso?? ¿¿Acaso sería mi deseo de dedicar la conquista de mi objetivo personal lo que me ayudaba a seguir escalando?? ¿¿El hecho de seguir creciendo personalmente era un impulso tan fuerte como parecía??

Cuando me quise dar cuenta, aquella aventura me había absorbido demasiado; se había convertido en un refugio para mí, en una oportunidad para demostrarme a mí mismo que podía conseguir grandes cosas y que a través del esfuerzo y del cariño por algo se puede llegar muy lejos…

El trayecto por el mundo de la literatura me aportaba esa pequeña dosis de felicidad que necesitaba en aquel momento y conseguía aliviarme de otros pensamientos; y aunque algunos de mis compañeros comenzaron a ver en todo aquello una “locura transitoria”, otras muchas personas comprendieron que aquel ascenso hacia la cima del monte de la satisfacción no era más que una forma que había encontrado para sentirme muchísimo mejor en esos momentos.

Los últimos metros fueron bastante duros, me sentía incomprendido por algunos de mis compañeros e incluso las críticas y las burlas me hicieron dudar en algunos momentos; pero entonces recordé el vídeo de Muhammad Ali y comprendí que yo debía seguir luchando por aquello que me había propuesto y que no debía dudar de lo que estaba haciendo, pues mi meta no estaba basada en la ambición, la codicia o el afán de protagonismo, sino en un reto personal que me haría sentir mejor y que me serviría para poner el broche de oro a una aventura inolvidable.

¡¡¡Al fin llegué a la cima!!!

En lo más alto me esperaban el señor Keating, Irune y muchísimos compañeros que habían comprendido los motivos que me habían hecho perder un poco la cabeza en aquella aventura; sentía que todos se alegraban muchísimo por mí y hubo abrazos y felicitaciones por el trabajo bien hecho, pues finalmente todos comprendieron que aquella escalada se había convertido en algo necesario para mí a nivel personal.

Y en aquel momento de satisfacción recordé a aquellas personas que me habían entendido desde el primer momento y a las que había dejado de dedicar un tiempo importante para conseguir un objetivo personal; unas personas que me habían apoyado a pesar de tener que verme inmerso en una aventura que me había apartado temporalmente de ellas y a las que quiero dedicar el premio final de este impresionante viaje.

Por eso debo agradecer el apoyo y la comprensión de mis padres, de mis abuelas, de mi primo Francisco y de algunos amigos a los que no he podido dedicar el tiempo que merecían estos últimos meses (en especial David, Jaime, Cris, Miriam y el resto de “mis niñas” criptanenses); también es necesario destacar el imprescindible apoyo de Rosa desde hace algunos años o la fuerza que me han dado desde algún lugar desconocido esos dos abuelos que, desde pequeñito, me han enseñado que el esfuerzo es imprescindible para alcanzar los objetivos propuestos.

Pero también quiero destacar la confianza que siempre ha tenido en mí una persona muy importante que, probablemente, me vea mejor de lo que realmente soy; una persona muy testaruda que me anima a seguir escribiendo y que me hace querer mejorar día a día.

Finalmente, me gustaría también destacar la paciencia de algunos compañeros (en algunos casos amigos) de viaje que han visto cómo los últimos meses he estado mucho más ausente y que han hecho que esta aventura resultara menos dura.

Por todo ello, y ahora que me he dado cuenta de que mi satisfacción está en poder dedicaros el fruto de mi trabajo… ¡¡¡Muchas gracias a todos!!!

20 ene 2012

Con "G"... ¡¡De glíglico!!

Con lágrimas en los ojos por la emoción que nos había provocado todo aquello que habíamos vivido en la cueva que daba acceso al mundo de la educación, Bafy y yo decidimos ir a tomar un café para reflexionar sobre la importancia de educar en el amor; pero aquellas interminables charlas que manteníamos acabaron provocando que nos perdiéramos…

Ya era tarde y, probablemente, los demás estuvieran desde hace horas durmiendo en el alojamiento que utilizábamos en aquel mundo de la literatura, así que decidimos buscar el camino de vuelta y seguir reflexionando mientras caminábamos; pero la oscuridad de la noche nos provocaba cierta desorientación y no teníamos ni la más mínima idea de qué camino debíamos coger hasta que, en un cruce de caminos, escuchamos una voz argentina canturreando algo que no podíamos entender…

Pronto apareció la figura de aquel hombre que seguía hablando solo, era como si no se hubiese percatado de nuestra presencia; así que decidimos acercarnos para preguntarle cómo podíamos regresar, pero aquel misterioso señor comenzó a reírse mientras nos preguntaba si éramos nosotros aquellos dos “niños perdidos” que se habían separado del grupo de su querido amigo Keating…

¡¡¡Aquel hombre también conocía a nuestro guía!!!

En aquel momento pensamos que podría indicarnos el camino, pero Julio Cortázar prefirió presentarse muy educadamente y proponernos pasar un rato junto a él…

¡¡¡Estábamos ante el autor de “Rayuela”!!!

Ambos habíamos leído el fragmento de aquella obra en la que el señor Cortázar se inventaba un idioma propio conocido como “glíglico”; un idioma que yo jamás hubiese sido capaz de entender si, algún tiempo atrás, mi compañera no me hubiese explicado la importancia de intentar entender las ideas de otras personas y de esforzarse por comprender aquello que se nos quería decir…

Parecía complicado, pero lo único que se necesitaba para conseguir comprender el “glíglico” era abrir un poco más la mente, prestar atención y dejar volar la imaginación.

En aquel momento comprendimos que estábamos ante una oportunidad única y decidimos aceptar la propuesta del señor Cortázar; así que decidimos preguntarle cómo había encontrado la motivación para llegar a crear aquel extraño idioma…

Nada más terminar la pregunta, Julio Cortázar sonrió y nos dijo que una buena amiga le contó en una ocasión la historia de unos niños y que, a raíz de eso, había decidido crear su propio idioma:

“Cierto día, en un patio poco conocido, de un colegio cualquiera, una pareja de niños se hallaba enfrascada en lo que parecía una interesante conversación.
Se encontraban un poco alejados del resto del grupo, agazapados tras un pequeño arbusto, hablando en voz bajita… ¡muy bajita!, y de vez en cuando, furtivas miradas se dirigían al resto de grupo en cuestión…

- ¡Tino, tino!, tiatisi tino tipotidetimos tilletivar tia ticatibo tiel tiplan, tiportique tisi tino titotidos tise tivan tia tientitetirar… -decía Beita- titetinetimos tique tienticontitrar tia tialtiguien tique tiatipotiye tinuestitro tiplan…

- ¡CeQue ceno ceBeíceta! ceTu ceescecucecha cemi ceplan… cetraicego ceel ceracetón ceen cela cemocechicela, cey cecuancedo cetocedo ceel cemuncedo cese cehaceya cesencetacedo… ¡celo cesuelceto! – replicaba muy resuelto Javierito…

- TiPetiro tiJativitietiritito, tiel tiratitón tihatice tiruitido, ¡tiy tilo tivan tia tiotiir!, titentidrítias tique tientitrar tien ticlatise ticuantido titotido tiel timuntido tiestitutivitietise tisentitatido,ti y tisi tila tiprotife tientitra tiantites tique titú, ¡tino tipotidrás!

- ¡CePocerras ceBeceíceta! ceDecebeceríceacemos ceir cea cehaceblar cecon ceticeta ceIcerucene, ceecella cesacebrá cecócemo cepoceder ceaceyucedarcenos, ceporceque ceme cehuecelo ceyo… ceque ceesceto cede celas cetrascetacedas cele cegusceta cetanceto cea ceecella cecocemo cea cenocesocetros…

Y dicho y hecho, Beíta y Javierito abandonaron su cómodo y secreto rincón para ir en busca de Tita Irune; pero no podían imaginar que, al salir de allí, algunos de sus compañeros les estaban esperando para cortarles el paso y enterarse de aquello que habían estado tramando.

- ¡¡Voposopotrospo nopo tepenépeispi nipi ipidepeapa!! – Dijeron los dos pequeños a la vez.

- ¡¡¡Ya estáis otra vez diciendo cosas raras!!! ¡¡¡Parad de una vez!!! – Respondieron sus compañeros.

En ese momento, Tita Irune llegó y vio lo que estaba pasando; así que pregunto a aquellos niños por qué molestaban a Beíta y Javierito.

- ¡¡¡Están hablando cosas raras… ¡¡Seguro que traman algo!!!

- etognemog artogseuvog rirbogaog euqog siénogetog. – Dijo Irune.

Al oír a Tita Irune hablar de aquella forma tan extraña, el resto de niños huyeron despavoridos mientras se quejaban; pero Beíta y Javierito comenzaron a reír ruidosamente…

- Ogoglaog ramogartog arogapog seog onog isog siécogahog olog acognuNog ??amogoidogiog ortogseuvog neog odognalbogahog siátogseog éuqog roPoG¿¿ - Preguntó Irune a los pequeños traviesos.

- CeVecerás… ceEs ceque ceJavierito cey ceyo cehecemos cepencesacedo ceque… - Comenzó diciendo Beíta.

- ¡¡TiUntia tiratita!! – Continuó Javier.

- ??atogarog anogUoG¿¿ - Preguntó Tita Irune sorprendida.

- CeSí… ceEs ceque cehecemos cepencesacedo ceque cepocedícea ceser cediceverceticedo cey cegracecioceso cemeceter ceucena ceraceta ceen ceclacese… ¡¡¡ceA cever cequé cehacecen celos cecomcepaceñeceros!!! – Respondió la niña.

- ilogiMog yog ilogiPog omogocog sioSog !!!?heog¿ ogoglaog odognamogartog erpogmeiSoG¡¡¡

- Porpofiiiiipi… - Suplicaron los pequeños a la vez.

- !!!ZEVog ATogSEog ROPog OLogOSog ORogEPog¡¡¡ …arogusogevogartog alog reogcahog siédogopog …neibog átogsEoG

Y, de esta forma, los dos niños fueron muy contentos en busca de su pequeño ratoncito…”

¡¡¡El señor Cortázar también era amigo de Irune!!! Parecía que en aquel mundo de la literatura todos se conocían y compartían multitud de experiencias, y aquella anécdota que ni siquiera había vivido en primera persona le había servido a Julio Cortázar como inspiración a la hora de crear su propia obra literaria… ¡¡¡Era impresionante observar cómo una idea puede salir de cualquier lugar y en cualquier momento!!!

Era bastante tarde y, tras aquella historia, el señor Cortázar nos invitó a volver junto con el grupo y dormir unas horas, pues apenas tendríamos tiempo para descansar aquella noche; así que, muy amablemente, nos dijo cómo debíamos volver a nuestro alojamiento y comenzó a caminar en dirección contraria hasta desaparecer entre las sombras…

Sin apenas darnos cuenta, Bafy y yo volvimos a vernos caminando y charlando sobre aquel último episodio que habíamos vivido en el mundo de la literatura…

Y ahora, haciendo un pequeño paréntesis en nuestra aventura por el mundo de la literatura, me gustaría explicar qué nos ha llevado a realizar una entrada conjunta y qué consideramos importante destacar de esta magnífica experiencia que hemos vivido Bea y yo; por lo que, para ello, hemos decidido realizar una reflexión conjunta pensada y diseñada por los dos y en la que se mezclan nuestros diferentes estilos literarios:

Suponemos que, por lo general, la mayoría de la gente ha entendido siempre la creación literaria como una actividad individual; de hecho, incluso nosotros la habíamos entendido de esa forma durante mucho tiempo. Pero, a veces, de una simple conversación surge la idea que te hace entender que, quizás, el planteamiento que tenías acerca de algo era equivocado.

Y esto es, precisamente, lo que nos ha pasado con la literatura…

Porque, de repente, nos pudimos dar cuenta de que el hecho de haber realizado una entrada conjunta no era simplemente una idea original…

Conforme pasaba el tiempo nos íbamos dando cuenta de que la literatura aceptaba perfectamente el trabajo en equipo, así que comenzamos a percibir la creación literaria de forma distinta a como la habíamos planteado hasta ese momento; de repente nos vimos mucho más sueltos, entendimos que incluso el estilo literario de dos personas puede llegar a entremezclarse hasta conseguir algo único y divertido e incluso comprendimos que se podían pasar grandes momentos creando literatura en buena compañía.

Entonces observas que las palabras y las ideas que surgen no sólo te hacen disfrutar de la actividad, sino que son capaces de fortalecer los lazos de la amistad e incluso te sirven para conocer aún mejor a esa persona que tienes al lado…

Y es que, si lo pensamos fríamente… ¿¿Por qué no utilizar la creación literaria para conocer mejor a tus seres queridos?? ¿¿Qué tiene de malo el hecho de emplear la literatura para enseñar a la gente a trabajar en equipo de una forma mucho más agradable?? ¿¿No os parece que debemos olvidar ciertos prejuicios y abrir un poco más nuestra mente en relación a la literatura??

Porque la palabra escrita deja constancia de todo este proceso llevado a cabo… y por más que leemos y releemos lo escrito, no podemos hacer otra cosa que sonreír… ¡¿Meter un ratón en clase?!... ¡vamos!, seguro que eso no es cierto… ¡pues sí! Personajes verídicos, para historia más que cierta, pero… ¿¿cómo se nos ocurrió llevarlo a cabo?? ¡¡Fácil!! ¿Comienzo de la historia?... ¡Una palabra!: GLIGLICO… pero qué porras es eso??? Respuesta… ¡jolín! ¿pero es que nunca te has inventado un lenguaje secreto que solo quien tu quisieras pudiera conocer¿¿??

Y a raíz de dar a conocer el ejemplo… el resto vino solo¡!

¿Qué decir sobre el hecho de haber trabajado juntos? Ummmm… fácil, divertido, ¡fresco! (y no es que se colara un viento gélido por la ventana que da al jardín, no…), ha sido… ¡como dos mentes en una!, si a uno se le ocurre una cosa, ¡enseguida el otro lo complementa! Como el refranero español (muy sabio él…) nos vendría a decir… TODOS A UNA, ¡COMO FUENTEOVEJUNA!, y es que este es el resultado de unir a dos personas con un mismo interés, pero… ¿Qué interés? No es otro que demostrar, que el glíglico, en nuestro mundo, no hace más que existir, así pues, no podemos más que decir…

¡BIENVENIDOS A NUESTRAS HISTORIAS CONTADAS EN CLAVE G! (G…de Glíglico!!!).




Un regalo de "Beíta" y "Javierito" para sus lectores...