Tras respirar la esencia de cada una de esas etapas pendulares que marcaron la historia literaria española, y después de conocer multitud de obras y autores de nuestro país, finaliza la segunda etapa de un viaje que comenzamos hace ya algún tiempo.
Y, como hicimos en nuestra primera etapa, ha llegado el momento de recordar y reflexionar sobre todo lo que ha acontecido durante el recorrido por nuestra propia tierra.
Porque, en ocasiones, no nos damos cuenta de lo que tenemos cerca de nosotros; nos obsesionamos con buscar lejos algo que tenemos muy cerca y, de forma injusta, despreciamos el trabajo de nuestros compatriotas y hacemos gala de aquella frase atribuida a Jesucristo en la que dice que “nadie es profeta en su tierra”.
Pero el hecho de haber repasado la literatura española desde una perspectiva mucho más adulta que cuando la estudiábamos en la escuela, debe servirnos para conocer las posibilidades que ofrece la literatura de nuestro país; pero también para abrir nuestra mente de forma que empecemos a valorar las maravillosas obras que han sido escritas tan cerca de las tierras y calles por las que paseamos, de los parques y campos en los que jugábamos de niños y de los edificios y casas que nos rodean.
De hecho, si lo pensamos con calma, nos daremos cuenta de que la literatura española puede ofrecernos una muy buena oportunidad para acercar a cualquiera de nuestros alumnos a la lectura de una forma mucho más cercana para ellos…
¿¿No nos sentiremos más identificados con la mentalidad y las costumbres de un autor español que con las de un autor extranjero?? ¿¿Acaso no será más parecido a cualquiera de nuestros niños el travieso protagonista de la novela picaresca que cualquier otro personaje de países lejanos?? ¿¿No son nuestros héroes tan dignos de mención como los héroes de otros lugares??
Y si es así… ¿¿Por qué no utilizamos los recursos que nos ha dado nuestra propia literatura y unimos a ella la infinidad de oportunidades que nos aporta la literatura creada fuera de nuestras fronteras??
En mi opinión, el hecho de conocer la literatura propia no debe suponer para un maestro la obligación de tener que utilizarla en exclusiva; pero sí debe ser un incentivo para tenerla en cuenta y para combinar las oportunidades que nos ofrece la literatura española, con las posibilidades que nos aporta la literatura de otros muchos países y autores.
¡¡¡Utilicemos todos los recursos disponibles, propios y ajenos, para hacer de la lectura una actividad interesante y divertida!!!
Y, como hicimos en nuestra primera etapa, ha llegado el momento de recordar y reflexionar sobre todo lo que ha acontecido durante el recorrido por nuestra propia tierra.
Porque, en ocasiones, no nos damos cuenta de lo que tenemos cerca de nosotros; nos obsesionamos con buscar lejos algo que tenemos muy cerca y, de forma injusta, despreciamos el trabajo de nuestros compatriotas y hacemos gala de aquella frase atribuida a Jesucristo en la que dice que “nadie es profeta en su tierra”.
Pero el hecho de haber repasado la literatura española desde una perspectiva mucho más adulta que cuando la estudiábamos en la escuela, debe servirnos para conocer las posibilidades que ofrece la literatura de nuestro país; pero también para abrir nuestra mente de forma que empecemos a valorar las maravillosas obras que han sido escritas tan cerca de las tierras y calles por las que paseamos, de los parques y campos en los que jugábamos de niños y de los edificios y casas que nos rodean.
De hecho, si lo pensamos con calma, nos daremos cuenta de que la literatura española puede ofrecernos una muy buena oportunidad para acercar a cualquiera de nuestros alumnos a la lectura de una forma mucho más cercana para ellos…
¿¿No nos sentiremos más identificados con la mentalidad y las costumbres de un autor español que con las de un autor extranjero?? ¿¿Acaso no será más parecido a cualquiera de nuestros niños el travieso protagonista de la novela picaresca que cualquier otro personaje de países lejanos?? ¿¿No son nuestros héroes tan dignos de mención como los héroes de otros lugares??
Y si es así… ¿¿Por qué no utilizamos los recursos que nos ha dado nuestra propia literatura y unimos a ella la infinidad de oportunidades que nos aporta la literatura creada fuera de nuestras fronteras??
En mi opinión, el hecho de conocer la literatura propia no debe suponer para un maestro la obligación de tener que utilizarla en exclusiva; pero sí debe ser un incentivo para tenerla en cuenta y para combinar las oportunidades que nos ofrece la literatura española, con las posibilidades que nos aporta la literatura de otros muchos países y autores.
¡¡¡Utilicemos todos los recursos disponibles, propios y ajenos, para hacer de la lectura una actividad interesante y divertida!!!
Perfecto.
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