7 dic 2011

Conociendo lo nuestro...

(Literatura española y cultura literaria)

La primera etapa del viaje nos ofreció la oportunidad de conocer mucho más sobre la literatura infantil, de abrir un poco más nuestra mente y de aprender a valorar objetivamente aquellas obras susceptibles de ser utilizadas durante nuestra labor docente; pero creo que todos somos conscientes del largo camino que nos queda por recorrer…

Un camino que, en esta ocasión, nos ha llevado a un lugar muy conocido por todos nosotros.

Y es que, pasito a pasito, el viaje que comenzamos nos ha traído de vuelta a nuestro propio hogar; a esa tierra en la que nacimos y crecimos, a los paisajes en los que tantas horas hemos pasado jugando y aprendiendo, a ese pequeño punto del planeta con el que más identificados nos sentimos…

¡¡Hemos vuelto a España!!

Y, ya que el destino nos ha traído de vuelta… ¿¿Qué os parece si aprovechamos para conocer algo más sobre lo que ha sido nuestra propia literatura a lo largo de los años??


Para comprender cada una de las principales etapas o corrientes que veremos a continuación, será importante tener en cuenta esa “ley del péndulo” que establece que cada uno de los períodos rompe totalmente con el inmediatamente anterior; pasando de una concepción caótica y desordenada en la que prima la libertad, a una concepción mucho más estructurada y ordenada en la que el autor se ve sometido a reglas.




Edad Media

La Edad Media es un periodo histórico que comienza en el Siglo IX; y aunque su influencia no llegó a España hasta el Siglo X-XI, iniciaremos el repaso por la historia de nuestra literatura con este periodo que coincidió con la aparición de las primeras manifestaciones de literatura en castellano.

En la Edad Media, el pensamiento de la época estaba muy condicionado por dos pilares fundamentales como son el pensamiento teocéntrico y el carácter feudal y jerárquico de la sociedad; viéndose la cultura de este periodo histórico muy condicionada por el surgimiento de las lenguas romances, la importante vía de difusión en que se convirtió el camino de Santiago, el surgimiento de las universidades o el papel fundamental de los monasterios en el desarrollo de las artes y las letras.

En la literatura medieval encontramos un importante número de obras cuya autoría se desconoce (es a finales del Siglo XIV cuando comienzan a firmarse algunos textos) debido, probablemente, al pensamiento teocéntrico y a la idea de que todo cuanto puede hacer un hombre está hecho por y para gracia de Dios; entendiendo cada una de las habilidades que una persona podía poseer como un don divino que ha sido concedido por Dios para que, de una u otra forma, cada individuo aporte algo diferente a la humanidad sin afán de diferenciarse del resto de la sociedad.

Cabe destacar también el hecho de que las obras fuesen transmitidas oralmente por los juglares y trovadores que, normalmente, empleaban el verso como forma de expresión; pues de esta forma las obras eran mucho más sencillas de recordar por el pueblo.

En cuanto a los temas más tratados, es importante saber que las primeras manifestaciones literarias trataron sobre las historias y hazañas de los héroes de la época, sobre ese amor apasionado y lleno de tensión en el que la amada se muestra inaccesible o sobre temas religiosos en los que Dios aparece como el centro de todo; desprendiéndose siempre de cada obra un reflejo de la sociedad feudal de la época.

De esta forma, la literatura medieval nos ha dejado un importante legado en forma de jarchas mozárabes, de poesías trovadorescas, cuentos, villancicos castellanos, cantares de gesta recogidos en el mester de juglaría o enseñanzas clericales transmitidas a través del mester de clerecía; sin olvidar la importancia de la Escuela de Traductores de Toledo dirigida por Alfonso X “el sabio”, que impulsó al castellano al rango de lengua oficial y le concedió una importancia que provocó que se convirtiera en un importante vehículo cultural.

Así, algunas de las obras y autores más importantes de la literatura medieval podrían ser el “Cantar de mio Cid”, la obra “Milagros de Nuestra Señora” de Gonzalo de Berceo, el “Libro de Calila e Dimna”, el “Libro del Buen Amor” de Juan Ruíz (conocido como Arcipreste de Hita), el “Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio” escrito por el infante don Juan Manuel, la famosa obra de “La Celestina” de Fernando de Rojas o las “Coplas al maestro don Rodrigo” que Jorge Manrique dedicó a su padre tras morir.


Renacimiento

El Renacimiento es el periodo que comienza en España, aproximadamente, en el Siglo XVI y que destaca principalmente por la vuelta al clasicismo grecolatino y por la mentalidad antropocéntrica de la sociedad, en la que el propio ser humano se erige como el aspecto más importante de la vida.

De esta forma, se rompe con la anterior concepción antropocéntrica de la Edad Media y la sociedad feudal da paso al surgimiento de una burguesía que aparece como una clase media de gran cultura y formada, generalmente, por militares no aristócratas; así, podríamos decir que el modelo de hombre renacentista por excelencia sería el italiano Leonardo da Vinci, cuya máxima aspiración es la de dominarlo absolutamente todo y acoger en su interior un gran conocimiento.

En este sentido, podríamos decir que se tiene una concepción humanista de la vida; entendiendo como humanismo al movimiento intelectual, filosófico y cultural que toma al ser humano como elemento fundamental de la creación y pretende su formación íntegra en todos los aspectos de la vida, estando dicha formación fundamentada en el estudio de las fuentes clásicas grecolatinas y adquiriendo la razón humana una gran importancia.

Además, se trata de un periodo en el que se pretenden marcar reglas y cánones establecidos para cualquier aspecto de la vida; dejando atrás la concepción platónica medieval y adoptando una concepción más aristotélica y basada en la lógica y en la creación de normas.

En relación a los temas tratados en el Renacimiento, destacan el amor, la naturaleza, la mitología y la historia; pero también es importante destacar la idealización de algunos textos medievales de tema épico o el sentimiento religioso despertado en la segunda mitad del Siglo XVI.

En este sentido, es importante destacar la contención de los autores renacentistas al hablar del tema del amor, no dejando fluir esa pasión visible en la Edad Media y exaltando los sentimientos del enamorado que vive con intensidad un amor idealizado o platónico; por su parte, la naturaleza comienza a verse como un símbolo de perfección, evocando paisajes idealizados y mucho más tranquilos.

En cuanto a los temas mitológicos destaca el profundo interés que destaca la antigüedad clásica y los personajes de la mitología griega, en especial los de aquellos mitos que están relacionados con el tema del amor; pero, a pesar de la idealización del mundo clásico, hay que reconocer el interés por la historia y por los acontecimientos del momento, que sirven como fuente de inspiración para muchos autores.

Sería también importante destacar algunos de los autores renacentistas más importantes como pueden ser Garcilaso de la Vega y Juan Boscán (introductores del soneto en España), Fray Luis de León, San Juan de la Cruz o Lope de Rueda; así como la obra más significativa de este periodo histórico, de autor anónimo y titulada “La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades”, que inicia el género de la novela picaresca.


Barroco

Con el Siglo XVII llega a España el Barroco, una época marcada por los contrastes basados en la libertad del individuo y por una gran religiosidad (en ocasiones falsa religiosidad) que provoca un gran temor a la muerte y un claro pesimismo ante la vida que resulta, a su vez, en esa clara intención de querer disfrutar de la vida al máximo.

En este sentido, Francisco de Quevedo capta perfectamente la mentalidad de la vida barroca al afirmar que “estamos naciendo y estamos muriendo”; entendiendo esta frase como ese discurrir del tiempo que lleva al ser humano irremediablemente a la muerte desde el mismo momento en el que nace, por lo que la forma de entender la vida se convierte en ese “Carpe Diem” que insta a aprovechar al máximo el momento actual.

De esta forma, durante el Barroco se vuelve a romper con la época anterior y se pierde la confianza en los ideales renacentistas; provocando un gran pesimismo y desengaño que lleva a muchos autores a satirizar la realidad o a desentenderse de la misma, evadiéndose a épocas anteriores e incluso imaginando sus propias realidades perfectas.

Además, podemos observar cómo la literatura barroca refleja el sentimiento de la época; encontrando por una parte una literatura profunda, dolorosa y pesimista en la que se observa esa desesperanza y desilusión por la vida y, por otra parte, una literatura festiva e irónica que evidencia ese interés por disfrutar de cada segundo como si fuera el último.

También es importante hacer referencia a las corrientes de la literatura barroca conocidas como “conceptismo”, cuyo máximo representante fue Francisco de Quevedo, y “culteranismo”, siendo representado por Luis de Góngora.

Así, el término conceptismo se caracteriza por una concentración máxima de un determinado pensamiento o idea en el menor número de palabras posible (normalmente en prosa) para destacar el fondo del mensaje; siendo el culteranismo una estética que entra dentro del conceptismo y que pretende amplificar al máximo un determinado pensamiento o idea, utilizando para ello el mayor número de palabras (normalmente en verso) en un lenguaje laberíntico que impresione y confunda los sentidos a través de numerosas metáforas y cultismos.

En cuanto a los temas principales de la literatura barroca hay que destacar la presencia, una vez más, del amor y la crítica a los aspectos que consideraban negativos de la vida como pueden ser el dinero o la ambición; además, se tratan otros temas como el de la fugacidad e inconsistencia de la vida o la picaresca.

Finalmente, destacamos algunos de los autores más representativos de la literatura barroca como pueden ser Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo, Luis de Góngora, fray Gabriel Téllez (conocido como Tirso de Molina), Pedro Calderón de la Barca o Félix Lope de Vega.

En cuanto a las obras más significativas del periodo barroco, es importante mencionar las dos partes que componen la obra considerada como primera novela moderna y una de las obras más destacadas de la literatura universal: “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha” y “El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha”; y otras obras que, de otra manera, también han tenido una gran trascendencia en la literatura española como “Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños”, “El burlador de Sevilla y convidado de piedra” o “Fuenteovejuna”.


Neoclasicismo

El Neoclasicismo, que llega a España en el Siglo XVIII, se ve unido al movimiento cultural e intelectual conocido como “la Ilustración”; tratándose de una época caracterizada por la mentalidad racionalista y puramente objetiva de una sociedad que pretende resolver cualquier problema o dificultad a través de la razón humana.

Esta etapa, conocida como el “Siglo de las Luces”, se caracteriza también por vuelta a una concepción aristotélica y al ensalzamiento del clasicismo grecolatino que, como en el Renacimiento, sirve de fuente de inspiración.

Como en anteriores épocas, la sociedad neoclasicista vuelve su mirada hacia el ser humano y rechaza cualquier tipo de idea que no pueda ser explicada de una forma racional; por lo que se deja de lado la fe y se establece una mentalidad totalmente antropocéntrica en la que el ser humano es el principal protagonista de todo cuanto sucede.

Además, y debido a esta concepción antropocéntrica de la vida, la sociedad se muestra especialmente preocupada por la educación y por la ciencia; pretendiendo el máximo desarrollo de un ser humano que, por el simple hecho de serlo, es susceptible de aportar grandes avances e ideas que hagan del mundo un lugar mejor.

Debido a esta preocupación por la educación y por la máxima difusión del conocimiento, la literatura comienza a extenderse por toda la sociedad, se busca un estilo menos recargado y más práctico y surgen los primeros periódicos; aunque son las fábulas, normalmente escritas en verso, las que se erigen como la composición literaria neoclásica por excelencia.

De esta forma, muchos autores como Tomás de Iriarte y Félix María de Samaniego beben de las fuentes del autor grecolatino Esopo (considerado el primer fabulista de la historia) para crear este tipo de textos folclóricos cuyo principal objetivo es el de mostrar una enseñanza que, generalmente, critica los vicios y costumbres de la sociedad.

No obstante, el ensayo también cobra gran importancia y se convierte en la forma más común de divulgar los ideales de la Ilustración y las ideas del escritor; viéndose la novela relegada a un segundo plano en el ámbito literario del Neoclasicismo.

De esta forma, podríamos decir que el tema principal de la literatura neoclásica tiene un carácter didáctico o moralizante; aunque también se recurre a temas históricos, de reforma social o de progreso y avance científico.

En cualquier caso debemos tener en cuenta otro tema, el del amor, que se presenta de nuevo más sosegado y contenido; mostrándose esa contención renacentista que irá dejando paso a una mayor pasión y tensión conforme se va aproximando el nuevo siglo.

También destaca en teatro la vuelta a la regla clásica de las tres unidades, así como la separación clara y radical de tragedia y comedia; intentando en todo momento que dicho género literario sea lo más verosímil y real posible.

Finalmente, es importante mencionar a los autores más significativos de la literatura neoclásica como pueden ser los ya nombrados Iriarte y Samaniego u otros autores como Gaspar Melchor de Jovellanos, Benito Jerónimo Feijoo, Meléndez Valdés, Leandro Fernández de Moratín o José Cadalso; así como las obras más importantes del periodo como “Teatro crítico universal”, “Cartas marruecas”, “El delincuente honrado”, “El sí de las niñas” o una obra como “L’Encyclopédie ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers” que, a pesar de no ser parte de la literatura española, es importantísima en el Siglo XVIII.


Romanticismo

El Romanticismo surge a finales del Siglo XVIII como reacción contra la Ilustración y su idea de que todo debía ser explicado a través de la razón; por lo que, esta corriente desarrollada durante la primera mitad del Siglo XIX, se convierte en un movimiento que busca la libertad y la exaltación de los sentimientos.

Así, este periodo rompe con los esquemas neoclásicos y se comienza a defender la fantasía, la imaginación y la existencia de un mundo ideal en el que lo más importante son las emociones y la subjetividad.

Además, es importante destacar la gran importancia que se concede al honor y al sufrimiento que provoca una vida en la tierra en la que se busca la libertad y la creatividad que permitan al ser humano alcanzar ese lugar ideal y perfecto alejado de la sociedad en la que viven.

En este sentido, y debido a la búsqueda de la perfección que choca con la realidad de la época, se observa en los autores de este periodo una angustia y un desengaño que llevan a buscar la evasión; por lo que observamos una idealización de lugares exóticos y lejanos, de épocas pasadas como la Edad Media, de épocas futuras que se imaginan perfectas o del suicidio como último recurso para evitar el sufrimiento.

Por lo general, al romanticismo se le considera un movimiento “adolescente”, complejo, confuso y contradictorio que llevo a la sociedad española a entender la vida de dos formas muy diferentes.

Así, por un lado, encontramos un romanticismo liberal en el que los autores muestran una gran rebeldía y se consideran ciudadanos libres que se enfrentan al orden establecido, reivindicando los derechos del individuo frente a la sociedad y frente a las leyes y proponiendo una serie de ideas revolucionarias que cambiasen la sociedad; por otro lado, encontramos un romanticismo tradicional en el que sólo se comparte la estética, buscando el retorno a la tradición católico-monárquica y concediendo una gran importancia al trío compuesto por Dios, patria y rey.

De esta forma, los temas a los que más recurren los autores románticos son la exaltación del propio “yo”, las reivindicaciones sociales, los paisajes que muestren la fuerza de la naturaleza o la soledad; pero, una vez más, el tema del amor vuelve a adquirir una gran importancia, siendo en este caso un amor pasional en el que los amantes se entregan totalmente y en el que las emociones y los sentimientos de los enamorados adquieren una gran importancia.

Por otra parte, es esencial destacar la importancia e influencia del periódico en la sociedad; publicándose folletines (novelas por entregas) y poniéndose muy de moda el artículo periodístico que, como magistralmente conseguía Mariano José de Larra, pretendía mover la conciencia de los lectores y convertirse en una herramienta para cambiar la sociedad y la política de la época.

Finalmente, es importante citar algunos de os autores más importantes del romanticismo español como el ya mencionado Larra u otros como José de Espronceda, José Zorrilla, Ramón de Mesonero Romanos, Gustavo Adolfo Bécquer (considerado primer poeta lírico propiamente dicho), Cecilia Böhl de Faber (conocida como Fernán Caballero) o Ángel María de Saavedra (conocido por su título nobiliario de duque de Rivas); así como una serie de obras como “Don Álvaro o la fuerza del sino” (considerada la primera obra romántica en España), “Don Juan Tenorio”, “Canción del pirata”, “El estudiante de Salamanca” o las diferentes “rimas” y “leyendas” de Bécquer.


Realismo

Este periodo histórico destaca por ser, una vez más, una reacción contra el movimiento anterior; suponiendo un rechazo al “arte por el arte” y pretendiendo llegar a una objetividad basada en la observación y en el análisis, así como en el uso de la razón y del conocimiento científico; de esta forma, este periodo histórico desarrollado durante la segunda mitad del Siglo XIX supone la vuelta a una concepción aristotélica.

Además, es muy importante el lugar que ocupa la burguesía en la sociedad; lo que lleva a los autores a intentar hacer llegar sus obras a dicha clase dominante a través de un lenguaje popular y coloquial basado en ambientes reales y tratando temas cotidianos o cercanos al lector; siendo la novela el género principal de la época.

Cabe destacar también que, durante el Realismo, la mentalidad de la época hizo que sugiera una firme intención de mostrar de forma fiel la realidad y la transmisión de ideas de una forma veraz y objetiva; por lo que los autores realistas se sirvieron de la descripción y de un lenguaje adaptado a los personajes de la obra, intentando en todo momento transmitir una sensación de autenticidad y credibilidad.

Así, los temas tratados en el Realismo giran en torno a la sociedad y a la realidad del propio lector; destacando los conflictos entre la sociedad y el propio individuo, la vida matrimonial y las infidelidades, la defensa de los ideales o el contraste entre los valores tradicionales de los entornos rurales y los nuevos valores y tendencias existentes en los entornos urbanos.

Por otra parte es importante citar el movimiento conocido como “naturalismo”, que pretendió llevar al extremo los ideales realistas y que llegó a la conclusión de que el ser humano se encontraba atrapado dentro de sus propias condiciones genéticas y de las circunstancias sociales.

En cuanto a los autores del Realismo habría que destacar a Benito Pérez Galdós, Juan Valera, Leopoldo García-Alas y Ureña (conocido como Leopoldo Alas “Clarín”), José María de Pereda o Vicente Blasco Ibáñez (considerado el autor español más cercano a la corriente naturalista); siendo las obras más representativas de la época “La Regenta”, “Fortunata y Jacinta”, “Juanita la Larga” o los “Episodios Nacionales” de Galdós.


Época de vanguardias

Los últimos años del Siglo XIX y los primeros años del Siglo XX son conocidos como la época de los “ismos”; pues las diferentes “vanguardias” surgen como una serie de movimientos que pretenden la estimulación de los sentidos a través de la libertad de expresión.

Así, cabe destacar que la vanguardia que más influencia tiene en España es el “Modernismo”; cuyo término fue originalmente utilizado de forma despectiva por aquellas personas que se oponían a las novedades y a las diferentes vanguardias que pretendían romper con los esquemas del Realismo.

De esta forma, al igual que el Romanticismo, el Modernismo podría considerarse un estilo juvenil que trata de recuperar las raíces y los aspectos estéticos básicos de la época romántica; volviendo a una concepción platónica pero, a su vez, haciendo gala de una mayor serenidad.

En cuanto al origen del Modernismo, normalmente se ha asociado con la publicación de la obra “Azul”, del escritor nicaragüense Félix Rubén García Sarmiento (conocido como Rubén Darío); considerándose además a dicho autor como el máximo representante del Modernismo literario en lengua española.

En cuanto al pensamiento y a la concepción de la vida de la sociedad de la época es importante destacar que, en España, este periodo histórico estuvo marcado por la pérdida de las colonias españolas en América y por la pérdida universal de la confianza en el progreso social y en la razón como instrumento para dar explicación a todo cuanto sucede; lo que provocó que los autores modernistas se encerrasen en su individualidad y en sus propios sentimientos personales para crear un mundo interior que les permitiese evadirse de la cotidianeidad y de la rutina del mundo real.

De esta forma, los autores modernistas se centran en temas basados en la soledad, la angustia y la melancolía, en la evasión hacia épocas pasadas como el Romanticismo o la Edad Media o hacia lugares lejanos y exóticos de ambientes refinados; utilizando en su estilo tanto un lenguaje simbólico y sugerente, como una serie de figuras literarias como la sinestesia (que pretende la mezcla de varios sentidos) o el hipérbaton (cuya finalidad es puramente rítmica).

Aunque otros temas muy destacados del modernismo están relacionados con la reivindicación de la cultura española frente a los valores de la civilización norteamericana, con el cosmopolitismo y con el amor o el erotismo.

Finalmente, los autores que más repercusión tuvieron en el Modernismo fueron Rubén Darío, Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez, Francisco Villaespesa y Ramón José Simón Valle Peña (conocido como Ramón María del Valle-Inclán); mientras que las obras más importantes de la corriente modernista podrían ser algunas como “Azul”, “Platero y yo”, “Lo fatal” o “La copa del rey de Thule”.


Generación del 98

En primer lugar, cabe destacar que la “Generación del 98” desarrollo su obra de forma simultánea al Modernismo español; quedando este grupo de autores literarios españoles mucho más afectados que los modernistas por la pérdida de las colonias españolas en América y por la decadencia de la sociedad española.

De esta forma, los autores de la Generación del 98 son más cercanos a la concepción aristotélica y muestran, como elemento común, una gran preocupación tanto por la crisis moral, política y social de la época, como por la realidad personal que cada uno de los autores vive; incidiendo tanto en un punto de vista político y, habitualmente, cercano al socialismo o al anarquismo en su juventud, como en un punto de vista filosófico con el que se replantean muchas de sus ideas que evolucionan hacia posturas más moderadas en su madurez.

Así, los autores de la Generación del 98 escriben, generalmente en prosa, sobre temas relacionados con la vida cotidiana, con situaciones que simulan la realidad, con la defensa de los valores propios de la nación española y con la necesidad de una regeneración social y artística que permita superar la decadencia nacional; destacando por un estilo marcado habitualmente por la subjetividad del autor, por el empleo de un lenguaje tradicional y por el pesimismo.

En cuanto a los representantes de la Generación del 98, es importante destacar a José Augusto Trinidad Martínez (conocido como “Azorín”), Miguel de Unamuno, Pío Baroja o Ramiro de Maeztu; no obstante, debemos nombrar también a Antonio Machado, poeta simbolista cuya obra inicial suele clasificarse como modernista y que destaca por la diferente forma de escribir en relación al resto de los representantes de la Generación del 98, pero compartiendo un contenido similar al de todos ellos.

Finalmente, es importante señalar el legado literario que dejó la Generación del 98; con obras tan importantes como pueden ser “Niebla”, “El árbol de la ciencia”, “Castilla”, “Zalacaín el Aventurero” o el libro sobre educación que Antonio Machado publica con el nombre de “Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo”.


Generación del 27

Durante los primeros años del Siglo XX y, sobre todo, a partir de 1927 y hasta pasada la Guerra Civil española; surgen una serie de escritores que reciben el nombre de “Generación del 27” tras un acto conmemorativo del tercer centenario de la muerte de Luis de Góngora, homenaje celebrado en el Ateneo de Sevilla y en el que participaron la mayoría de los miembros de dicha generación de escritores.

De los escritores de la Generación del 27 es importante destacar la admiración que sienten todos ellos por el Barroco y por la vuelta a una concepción platónica de la vida en la que se vuelven hacia su propio interior y muestran una preocupación existencial propia; además, este giro hacia el propio “yo” del autor provoca que se trate de una generación de individualismos y de libertad de estilos.

No obstante, existen una serie de factores que unifican mucho más a los autores de la Generación del 27 que a los autores de la Generación del 98; siendo la Residencia de Estudiantes de Madrid el principal núcleo de enlace.

Además, cabe destacar que cada uno de los autores de la Generación del 27 se vio influido, en mayor o menor medida, por los diferentes movimientos de vanguardia; y, aunque en todos ellos se observa una tendencia al equilibrio, lo cierto es que en el estilo prevalece la libertad artística del autor.

En cuanto a los temas tratados por la Generación del 27, destacan aquellos relacionados con los sentimientos del hombre, el mundo interior, la inquietud ante los problemas de la existencia, el ansia de plenitud o el amor; aunque, tras la guerra civil y el exilio de muchos de los autores que formaban dicha generación, se tratan de forma nostálgica temas sobre la patria perdida.

Entre otros, la Generación del 27 está compuesta por Rafael Alberti, Federico García Lorca, Jorge Guillén, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Pedro Salinas, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre o Emilio Prados; aunque, por estética e ideología, también se encasilla a Miguel Hernández dentro de este grupo de escritores.

Así, la producción literaria de la Generación del 27 nos dejó obras tan importantes como “Romancero Gitano”, “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”, “La casa de Bernarda Alba”, “Marinero en tierra” o “Donde habita el olvido”.


Generaciones de posguerra

Tras la Guerra Civil española, existen tres generaciones de escritores que se ven muy condicionadas por la censura del régimen; de esta forma, podemos distinguir tres etapas diferentes que comparten una clara concepción aristotélica:

Así, en la década de 1940, se utiliza un lenguaje duro y una narración en primera persona; destacando situaciones de extrema dureza y personajes marginados, oprimidos o violentos que, generalmente, suelen desarrollar su historia en espacios limitados (cárceles, hospitales…).

En esta primera etapa de posguerra, se recurre a temas relacionados con el destino humano, la angustia histórica causada por la guerra, o la preocupación existencial; destacando autores como Camilo José Cela o Carmen Laforet y obras como “Nada” o “La familia de Pascual Duarte”.

Posteriormente, en la década de 1950, se establece una literatura social que pretende reflejar la realidad y denunciar las injusticias cometidas a través de una narración lineal y en tercera persona; destacando un lenguaje sencillo y objetivo con el que se pretende llegar a la mayor cantidad de receptores posibles.

En esta segunda etapa de posguerra sigue destacando Camilo José Cela y otros autores como Miguel Delibes, Blas de Otero, Gabriel Celaya, Antonio Buero Vallejo o Rafael Sánchez Ferlosio; que dejaron obras tan importantes como “La colmena”, “El camino”, “Pido la paz y la palabra” o “El Jarama”.

Finalmente se llega a la década de 1960 y a una renovación importante en el estilo, buscando una mayor elaboración del lenguaje poético y uniendo a la temática relacionada con los problemas sociales, otros muchos temas como pueden ser la reflexión sobre el paso del tiempo, el amor o la amistad.

De este último periodo de las generaciones de posguerra destacan nuevamente Miguel Delibes y Antonio Buero Vallejo, aunque se debe mencionar también a otros autores importantes como Luis Martín Santos o Juan Marsé.

En cuanto a la producción literaria de esta década, es importante mencionar obras como “Cinco horas con Mario” o “Tiempo de silencio”.


Años 70

Finalmente, llegamos a la última etapa pendular de nuestra literatura; una etapa caracterizada por la libertad total y que sentará las bases para la literatura española actual.

De esta forma, la literatura española de la época se ve claramente marcada por la muerte de Francisco Franco en 1975 y por la abolición de la censura, lo que permitió a los autores expresarse libremente y recoger tanto algunas obras extranjeras que sirvieron como inspiración a los escritores españoles, como las obras de algunos de los compatriotas que habían permanecido en el exilio.

Así, la novela se convierte en el género más importante y los autores comienzan a escribir sobre prácticamente cualquier tema; haciendo gala de una total libertad en cuanto a la temática y al estilo, adaptándose la forma de escribir de cada autor a su propia forma de ver la realidad.

En cuanto a los autores y las obras más importantes del último periodo pendular, vuelve a aparecer Miguel Delibes con su obra “Los santos inocentes” y otros autores como Eduardo Mendoza con “La verdad sobre el caso Savolta”, Francisco Nieva o Gloria Fuertes.



Como hemos podido comprobar, la literatura española ha pasado a lo largo de los siglos de un extremo a otro, realizando movimientos pendulares que provocaban una ruptura total con la concepción de la etapa anterior; de esta forma, se ha ido fraguando la historia de nuestra literatura y se ha dado paso a la actual literatura ecléctica de nuestro tiempo; en la que existe una total libertad temática y de estilo, destacando autores como Antonio Muñoz Molina o Arturo Pérez Reverte.

Pero, tras haber repasado la historia literaria de nuestro país, ha llegado el momento de aprender a utilizar todo el legado literario que nos ha dejado el paso de los siglos; de esta forma, como maestros de Educación Primaria debemos ser capaces de hacer sentir el gusto por la lectura a nuestros alumnos.

Para ello, y teniendo en cuenta que una persona jamás tendrá acceso a algo que no conoce, haremos llegar a los estudiantes una gran cantidad de obras literarias a través de tres formas diferentes, pero todas válidas y complementarias:

- Presentar a los alumnos una determinada obra literaria, hablando sobre ella y animando a que la lean cuando consideren oportuno.

- Selección de fragmentos o textos de obras concretas.

- Búsqueda de una adaptación de una determinada obra para los niños.

Pero… ¿¿A qué se refieren estos dos nuevos conceptos?? ¿¿Qué diferencia hay entre seleccionar y adaptar un determinado texto literario?? ¿¿Son igualmente válidas las dos formas de acercar la literatura a los más pequeños?? ¿¿Con qué finalidad hay que adaptar o seleccionar un determinado texto si tenemos acceso a las obras originales??

Pues bien… ¡¡Vayamos poco a poco!!

El concepto de selección de un texto hace referencia al hecho de rescatar un fragmento concreto de un texto determinado que sea susceptible de trabajar en el aula o con el que pretendamos despertar la curiosidad de nuestros alumnos para que se inicien en la lectura de una determinada obra; por su parte, el concepto de adaptación es algo más complejo, pues implica la modificación de un texto en función a unos determinados criterios, requisitos, objetivos y receptores, existiendo varios tipos de adaptación que comentamos a continuación:

- Traducción.

- Actualización lingüística.

- Cambio de género (puede referirse al cambio de género realizado dentro de la propia literatura, o entre distintas artes).

- Resumen (no se puede considerar como una adaptación propiamente dicha, pero su utilización ha hecho del resumen un gran recurso para animar a la lectura y descubrir textos literarios).

- Fragmentos + Recreaciones.

- Adaptaciones de la forma.

- Adaptaciones del contenido.

- Adaptaciones de la forma y del contenido.


En este sentido, pienso que la selección o adaptación pueden ser recursos muy útiles para acercar las obras literarias a los estudiantes de la etapa de Educación Primaria; debiendo ser el profesor quien, teniendo en cuenta la edad, los gustos, el desarrollo evolutivo de sus alumnos y las características particulares del grupo, decida si debe utilizar una selección o una adaptación de la obra literaria a trabajar.

En mi opinión, creo que la adaptación de una obra literaria debe realizarse cuando los niños son más pequeños; adecuando dicha obra para que su entendimiento sea mucho más sencillo y su lectura más entretenida para esa determinada edad.

Por su parte, creo que la selección de fragmentos puede ser un recurso más utilizado para el último ciclo de la Educación Primaria; mostrando siempre fragmentos que consigan despertar la curiosidad y el interés del niño en la lectura y poniendo especial atención en que el texto seleccionado cumpla una serie de criterios que lo hagan adecuado para los alumnos.

Finalmente, y haciendo un repaso por la historia de nuestra literatura, creo que habría que señalar una serie de obras susceptibles de ser utilizadas para trabajar en el aula mediante selección o adaptación; pudiendo estar dicha elección de obras compuesta, entre otras, por el “Cantar de Mio Cid”, “La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades”, “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha” y “El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha”, “Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños”, algunos de los poemas satíricos típicos del Barroco, “La canción del Pirata”, varias de las fábulas escritas por los autores neoclásicos, “Platero y yo”, algunos poemas de la Generación del 98 y de la Generación del 27 o incluso algunas de las obras de la literatura española más actual.

No obstante, y en mi opinión, creo que el Romanticismo y la época de vanguardias son dos etapas bastante interesantes; aportando una literatura que nos puede abastecer de numerosas obras aptas para ser utilizadas en la etapa de Educación Primaria.

Así, como ya he dicho anteriormente, creo que la forma de actuación ideal sería aquella que combinase la presentación, la selección y la adaptación de textos en función de las características de la propia obra que se desee mostrar, de la edad y los gustos de los alumnos, de las peculiaridades del grupo y de los objetivos marcados por el propio profesor con respecto a esa determinada obra.

Y tras este repaso por la historia literaria española… ¿¿No creéis que nuestro país tiene una gran cantidad de obras y personajes que pueden hacer volar la imaginación de nuestros alumnos??



Fuentes:


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