La actividad de este quinto bloque consiste en la creación de diferentes textos literarios (uno en verso, uno en prosa y un diálogo teatral); teniendo en cuenta todo aquello que hemos aprendido en nuestra visita al pueblo de los grandes literatos.
Y, con estas creaciones, quiero realizar un pequeño homenaje a la tierra de mis padres y abuelos (porque la gente manchega, bien lo merece), a esa persona que tanto me ha aportado y que me ha enseñado a disfrutar de los buenos momentos y aprender de aquellas situaciones dolorosas por las que todos debemos pasar (porque han sido muchos momentos inolvidables junto a ti) y también a los golfos con los que he compartido casi media vida y siguen a mi lado (porque, si llegáis a leer todo esto y echáis la vista atrás, no os extrañaría haber sido realmente los protagonistas de aquella situación que os dedico...).
Verso
Tierra de bellos gigantes,
grandiosos como elefantes;
tierra de pan, vino y queso,
donde recibí el primer beso;
tierra de mil tradiciones,
que no permite traiciones.
Por sus calles he jugado,
he reído y vacilado;
pues la tierra de la Mancha,
tiene un ambiente que engancha;
sin olvidar a su gente,
que tengo siempre presente.
Y si no es mucho pedir
yo les querría decir
que se acerquen por mi tierra
donde no existe la guerra;
sin olvidar la cartera
para gastar donde quiera.
Pues lo realmente importante…
¡¡¡Es que deje un buen montante!!!
Prosa
¡¡Poder galopar en libertad por aquellos verdes campos!! ¡¡Disfrutar de una suave brisa que acaricia la piel!! ¡¡Sentir la cálida luz del Sol bañando el horizonte!!
Cualquier persona habría asegurado que estoy hablando del sueño de algún animal salvaje, pero lo cierto es que todo aquello se había convertido en una especie de pesadilla adictiva para mí; una continua alucinación a la que temía, pero de la que no quería despertar…
Porque aquel caballo galopaba desesperado, temeroso y perdido en aquel verde infinito; buscando la manera de poder disfrutar de sus sueños, persiguiendo aquellas sensaciones que poco a poco había ido perdiendo, luchando por no rendirse y confundido al no poder gozar de un lugar tan hermoso.
Y así es como me sentía yo mismo cada vez que la noche me llevaba a aquel mundo imaginario pero, a la vez, conocido; de alguna manera me sentía conectado a aquel caballo y a la inmensa profundidad de aquel verde paisaje del que no podía escapar.
Pero, una mañana más, el despertador me había sacado de aquel lugar para devolverme al mundo real, para recordarme que debía afrontar mis obligaciones y hacerme consciente de mi forma humana; así que salí de la cama lo más rápido que pude y me metí en la ducha, pero aquel frío invernal ya había penetrado en mis huesos haciéndome sentir aún más desorientado y somnoliento.
Cuando recuperé el calor corporal comencé a vestirme muy despacito mientras daba vueltas a aquel sueño; al pensamiento que me atraparía durante el resto del día y que borraría la sonrisa de mi rostro.
Llevaba varios días absorto en mis propias ilusiones, demasiado ocupado intentando dar sentido a mis visiones nocturnas y deseoso de volver a aquella prisión que me había propuesto convertir en el paraíso del que merecía disfrutar aquel caballo salvaje; pero necesitaba estar dormido demasiado tiempo, necesitaba soñar las suficientes horas como para saber qué estaba ocurriéndome en aquellos sueños y por qué, cada vez que me dormía, adoptaba la forma de un hermoso caballo salvaje. Así que aquella noche decidí mantenerme despierto para acumular sueño y poder resolver los enigmas de aquella fantasía.
Y, al fin, llegó la noche siguiente. Me notaba cansado, aturdido y extrañamente feliz al saber que encontraría el significado de un sueño que estaba cambiando mi vida; así que, tan rápido como pude, me metí en la cama intentando quedarme dormido cuanto antes…
De repente, sentí cómo me convertía en aquel caballo de belleza incomparable y pronto comencé a huir sin entender nada, simplemente galopaba y sentía cómo la incertidumbre se apoderaba de mis acciones; ni siquiera sabía cuál era el camino correcto, estaba perdido y desesperado, así que decidí tumbarme en aquella cama de tréboles que se había formado junto al lago.
Parecía un buen lugar para rendirme y esperar a que me atrapara todo aquello de lo que había estado huyendo; pero, de repente, del interior de aquel lago surgió una pequeña grulla que se dirigió hacia mí.
- ¿¿Por qué huye una criatura tan fuerte y noble?? – Me preguntó la grulla.
- Algo me persigue y ya no me quedan fuerzas para seguir huyendo… ¡¡Esperaré pacientemente lo que me deparé el destino!! – Contesté enfadado por su intromisión.
- ¡¡Debes enfrentarte a tus miedos, hermoso caballo!!! – Replicó el ave mientras desaparecía dentro del lago.
- Pero… ¡¡Tengo miedo de que me hagan daño!! – Dije para mí mismo.
Estuve allí tumbado varias horas, asustado y pensando en las palabras de aquel pájaro, pero seguía sin tener fuerza para levantarme.
De repente, me di cuenta de que llevaba mucho tiempo huyendo de mis propios miedos y de que, así, jamás conseguiría hacer de aquel lugar un paraíso en el que poder disfrutar; y fue entonces cuando tomé conciencia de que lo único que me perseguía era mi temor, por lo que decidí levantarme y volver sobre mis pasos…
Al principio trotaba temeroso, con cautela y mirando con atención todo cuanto me rodeaba, pero poco a poco me iba sintiendo más confiado y pronto me vi galopando a gran velocidad; disfrutando, por primera vez, de aquella libertad que había recuperado librándome de mis temores.
En aquel momento observé a mi lado a una preciosa yegua que me acompañaba en el galope, se esbozaba una pequeña sonrisa en su cara y me hizo un gesto para que mirase hacia atrás; al girarme, mientras continuaba galopando, pude ver cómo, juntos, liderábamos el firme cabalgar de todos los caballos que nos acompañaban alegremente.
Decidí disminuir la marcha hasta detenerme completamente, todos me rodearon y comenzaron a jugar conmigo, alegres de volver a verme; y, aunque no sabía muy bien quiénes eran mis nuevos compañeros de viaje, lo cierto es que tenía la sensación de conocer a todos ellos y era consciente de la felicidad que me estaban aportando…
- ¡¡¡Por fin podré disfrutar de este paraíso junto a los míos!!! – Pensé.
- Nunca he dejado de estar a tu lado. – Me susurró aquella preciosa yegua.
Pero, antes de poder responder, me desperté con una gran sensación de felicidad; había conseguido devolver a aquel caballo al paraíso en el que merecía estar y, de alguna manera, sentía que mi destino estaría ligado al suyo.
Y, así, es como volví a disfrutar de los pequeños detalles de la vida sin miedo a sufrir decepciones; recordando siempre a aquel caballo salvaje que vivía feliz rodeado de los suyos y sonriendo al pensar en ese mundo de fantasía del que podía disfrutar todas las noches.
Diálogo teatral
La acción se desarrolla en una vieja casita al norte de España, la vieja vivienda ha quedado sin electricidad y los personajes están sumidos en una densa oscuridad; algunos de los personajes se encontraban en el sótano de la casa y David entra en escena bajando las escaleras.
David: ¡¡Salid de ahí!!
(Silencio).
David: Venga… ¡¡¡Ya está bien!!!
(Silencio).
David: Si salís… ¡¡Os cuento una cosita!!
(Silencio).
David: Pues os doy un toque… ¡¡Estoy cogiendo el móvil!! ¿Eh?
(Silencio).
Javier: ¡¡¡Arramalacachuche!!!
(David da un respingo, mientras Jaime se ríe a carcajadas).
David: ¡¡¡Pedazo de…!!!
Jaime: ¡¡Vaya susto!! ¿Eh?
David: ¡¡¡Arrieros somos!!! Y con lo miedoso que es nuestro querido Javier, ya verás tú…
Javier: Anda, anda. No seas rencoroso, que si no irás al infierno.
David: ¡¡Pues allí te espero!! ¡¡Desgraciado!!
Javier: Jajajajaja. Cállate, que cuanto más te enfadas, más gracia me hace.
David: Bueno… ¿¿Qué ha pasado??
Jaime: ¿¿Pues no lo ves??
Javier: Hombre, Jaime… Ver, lo que se dice ver… ¡¡¡Poquito!!! Jajajaja.
Jaime: Ya está el listo…
Javier: Vaya… ¡¡Os veo nerviosos!! ¿¿Estáis con vuestros temas de mujeres o qué??
(Mientras los tres chicos mantienen su conversación, Paula, Cristina y Alicia bajan las escaleras en silencio).
David: Bueno… ¿¿Dónde está Miguel??
Jaime: ¿¿Tú qué crees??
David: ¡¡Durmiendo!!
(Los tres comienzan a reír y de repente…).
Cristina, Paula y Alicia: ¡¡Buuuuuuuuuuu!!
(La risa se convierte en un grito ahogado de los tres chicos).
Javier: ¡¡La madre que os parió!!
(Las chicas se ríen mientras los chicos, a tientas, buscan dónde están).
Paula: ¡¡Eeeeh!! ¡¡Cuidado!! ¡¡Que se mira, pero no se toca!!
David: Uuuuups… ¡¡Lo siento!!
(Todos comienzan a reír).
Alicia: Bueno, ahora que nos hemos encontrado... Raúl y Mónica están intentando solucionar el tema de la luz.
Cristina: Sí, han dicho que esperemos aquí.
Jaime: Pues nada… ¡¡Esperemos!!
Paula: ¡¡Chicos!! ¿¿Qué os parece si…??
Jaime: ¡¡¡Perfecto!!!
Paula: Pero si aún no he dicho nada…
Jaime: Ya… Pero el ambiente es propicio para…
Paula, Cristina y Alicia: ¡¡Pero qué cerdo!!
David: ¡¡Contar historias de miedo!!
(Los tres chicos comienzan a reírse)
Alicia: Pues la verdad es que no estaría mal…
Cristina: Anda chicos… ¿¿Por qué no encendéis un fuego en la chimenea??
(Silencio).
Paula: ¡¡Porfaaaaa!!
David: ¡¡Está bien!! ¡¡Pero no empecéis con eso!!
(Los tres chicos se acercan a tientas a la chimenea y encienden con dificultad un fuego alrededor del que se sientan junto a las chicas).
Javier: ¡¡Pues ya está!! ¡¡Ahora sólo hay que esperar a que vuelva la electricidad!!
Cristina: Conozco una historia muy buena, pero…
Javier: Te da miedo, ¿no?
Cristina: Un poco…
Paula: Bueno… ¡¡Podemos hacer otra cosa!!
(En ese momento, el sótano se ilumina y los personajes se dan cuenta de que la electricidad se ha restablecido).
Jaime: Sí… ¡¡Por ejemplo ir a cenar!!
David: ¡¡Pues ale!! ¡¡Al lío!!
Javier: Qué cerquita ha estado, ¿eh, Cris?
Cristina: Jajajaja. ¡¡Bobo!!
Paula: Bueno… ¡¡Al menos esta noche podrás dormir tranquila!!
Verso
Tierra de bellos gigantes,
grandiosos como elefantes;
tierra de pan, vino y queso,
donde recibí el primer beso;
tierra de mil tradiciones,
que no permite traiciones.
Por sus calles he jugado,
he reído y vacilado;
pues la tierra de la Mancha,
tiene un ambiente que engancha;
sin olvidar a su gente,
que tengo siempre presente.
Y si no es mucho pedir
yo les querría decir
que se acerquen por mi tierra
donde no existe la guerra;
sin olvidar la cartera
para gastar donde quiera.
Pues lo realmente importante…
¡¡¡Es que deje un buen montante!!!
Prosa
¡¡Poder galopar en libertad por aquellos verdes campos!! ¡¡Disfrutar de una suave brisa que acaricia la piel!! ¡¡Sentir la cálida luz del Sol bañando el horizonte!!
Cualquier persona habría asegurado que estoy hablando del sueño de algún animal salvaje, pero lo cierto es que todo aquello se había convertido en una especie de pesadilla adictiva para mí; una continua alucinación a la que temía, pero de la que no quería despertar…
Porque aquel caballo galopaba desesperado, temeroso y perdido en aquel verde infinito; buscando la manera de poder disfrutar de sus sueños, persiguiendo aquellas sensaciones que poco a poco había ido perdiendo, luchando por no rendirse y confundido al no poder gozar de un lugar tan hermoso.
Y así es como me sentía yo mismo cada vez que la noche me llevaba a aquel mundo imaginario pero, a la vez, conocido; de alguna manera me sentía conectado a aquel caballo y a la inmensa profundidad de aquel verde paisaje del que no podía escapar.
Pero, una mañana más, el despertador me había sacado de aquel lugar para devolverme al mundo real, para recordarme que debía afrontar mis obligaciones y hacerme consciente de mi forma humana; así que salí de la cama lo más rápido que pude y me metí en la ducha, pero aquel frío invernal ya había penetrado en mis huesos haciéndome sentir aún más desorientado y somnoliento.
Cuando recuperé el calor corporal comencé a vestirme muy despacito mientras daba vueltas a aquel sueño; al pensamiento que me atraparía durante el resto del día y que borraría la sonrisa de mi rostro.
Llevaba varios días absorto en mis propias ilusiones, demasiado ocupado intentando dar sentido a mis visiones nocturnas y deseoso de volver a aquella prisión que me había propuesto convertir en el paraíso del que merecía disfrutar aquel caballo salvaje; pero necesitaba estar dormido demasiado tiempo, necesitaba soñar las suficientes horas como para saber qué estaba ocurriéndome en aquellos sueños y por qué, cada vez que me dormía, adoptaba la forma de un hermoso caballo salvaje. Así que aquella noche decidí mantenerme despierto para acumular sueño y poder resolver los enigmas de aquella fantasía.
Y, al fin, llegó la noche siguiente. Me notaba cansado, aturdido y extrañamente feliz al saber que encontraría el significado de un sueño que estaba cambiando mi vida; así que, tan rápido como pude, me metí en la cama intentando quedarme dormido cuanto antes…
De repente, sentí cómo me convertía en aquel caballo de belleza incomparable y pronto comencé a huir sin entender nada, simplemente galopaba y sentía cómo la incertidumbre se apoderaba de mis acciones; ni siquiera sabía cuál era el camino correcto, estaba perdido y desesperado, así que decidí tumbarme en aquella cama de tréboles que se había formado junto al lago.
Parecía un buen lugar para rendirme y esperar a que me atrapara todo aquello de lo que había estado huyendo; pero, de repente, del interior de aquel lago surgió una pequeña grulla que se dirigió hacia mí.
- ¿¿Por qué huye una criatura tan fuerte y noble?? – Me preguntó la grulla.
- Algo me persigue y ya no me quedan fuerzas para seguir huyendo… ¡¡Esperaré pacientemente lo que me deparé el destino!! – Contesté enfadado por su intromisión.
- ¡¡Debes enfrentarte a tus miedos, hermoso caballo!!! – Replicó el ave mientras desaparecía dentro del lago.
- Pero… ¡¡Tengo miedo de que me hagan daño!! – Dije para mí mismo.
Estuve allí tumbado varias horas, asustado y pensando en las palabras de aquel pájaro, pero seguía sin tener fuerza para levantarme.
De repente, me di cuenta de que llevaba mucho tiempo huyendo de mis propios miedos y de que, así, jamás conseguiría hacer de aquel lugar un paraíso en el que poder disfrutar; y fue entonces cuando tomé conciencia de que lo único que me perseguía era mi temor, por lo que decidí levantarme y volver sobre mis pasos…
Al principio trotaba temeroso, con cautela y mirando con atención todo cuanto me rodeaba, pero poco a poco me iba sintiendo más confiado y pronto me vi galopando a gran velocidad; disfrutando, por primera vez, de aquella libertad que había recuperado librándome de mis temores.
En aquel momento observé a mi lado a una preciosa yegua que me acompañaba en el galope, se esbozaba una pequeña sonrisa en su cara y me hizo un gesto para que mirase hacia atrás; al girarme, mientras continuaba galopando, pude ver cómo, juntos, liderábamos el firme cabalgar de todos los caballos que nos acompañaban alegremente.
Decidí disminuir la marcha hasta detenerme completamente, todos me rodearon y comenzaron a jugar conmigo, alegres de volver a verme; y, aunque no sabía muy bien quiénes eran mis nuevos compañeros de viaje, lo cierto es que tenía la sensación de conocer a todos ellos y era consciente de la felicidad que me estaban aportando…
- ¡¡¡Por fin podré disfrutar de este paraíso junto a los míos!!! – Pensé.
- Nunca he dejado de estar a tu lado. – Me susurró aquella preciosa yegua.
Pero, antes de poder responder, me desperté con una gran sensación de felicidad; había conseguido devolver a aquel caballo al paraíso en el que merecía estar y, de alguna manera, sentía que mi destino estaría ligado al suyo.
Y, así, es como volví a disfrutar de los pequeños detalles de la vida sin miedo a sufrir decepciones; recordando siempre a aquel caballo salvaje que vivía feliz rodeado de los suyos y sonriendo al pensar en ese mundo de fantasía del que podía disfrutar todas las noches.
Diálogo teatral
La acción se desarrolla en una vieja casita al norte de España, la vieja vivienda ha quedado sin electricidad y los personajes están sumidos en una densa oscuridad; algunos de los personajes se encontraban en el sótano de la casa y David entra en escena bajando las escaleras.
David: ¡¡Salid de ahí!!
(Silencio).
David: Venga… ¡¡¡Ya está bien!!!
(Silencio).
David: Si salís… ¡¡Os cuento una cosita!!
(Silencio).
David: Pues os doy un toque… ¡¡Estoy cogiendo el móvil!! ¿Eh?
(Silencio).
Javier: ¡¡¡Arramalacachuche!!!
(David da un respingo, mientras Jaime se ríe a carcajadas).
David: ¡¡¡Pedazo de…!!!
Jaime: ¡¡Vaya susto!! ¿Eh?
David: ¡¡¡Arrieros somos!!! Y con lo miedoso que es nuestro querido Javier, ya verás tú…
Javier: Anda, anda. No seas rencoroso, que si no irás al infierno.
David: ¡¡Pues allí te espero!! ¡¡Desgraciado!!
Javier: Jajajajaja. Cállate, que cuanto más te enfadas, más gracia me hace.
David: Bueno… ¿¿Qué ha pasado??
Jaime: ¿¿Pues no lo ves??
Javier: Hombre, Jaime… Ver, lo que se dice ver… ¡¡¡Poquito!!! Jajajaja.
Jaime: Ya está el listo…
Javier: Vaya… ¡¡Os veo nerviosos!! ¿¿Estáis con vuestros temas de mujeres o qué??
(Mientras los tres chicos mantienen su conversación, Paula, Cristina y Alicia bajan las escaleras en silencio).
David: Bueno… ¿¿Dónde está Miguel??
Jaime: ¿¿Tú qué crees??
David: ¡¡Durmiendo!!
(Los tres comienzan a reír y de repente…).
Cristina, Paula y Alicia: ¡¡Buuuuuuuuuuu!!
(La risa se convierte en un grito ahogado de los tres chicos).
Javier: ¡¡La madre que os parió!!
(Las chicas se ríen mientras los chicos, a tientas, buscan dónde están).
Paula: ¡¡Eeeeh!! ¡¡Cuidado!! ¡¡Que se mira, pero no se toca!!
David: Uuuuups… ¡¡Lo siento!!
(Todos comienzan a reír).
Alicia: Bueno, ahora que nos hemos encontrado... Raúl y Mónica están intentando solucionar el tema de la luz.
Cristina: Sí, han dicho que esperemos aquí.
Jaime: Pues nada… ¡¡Esperemos!!
Paula: ¡¡Chicos!! ¿¿Qué os parece si…??
Jaime: ¡¡¡Perfecto!!!
Paula: Pero si aún no he dicho nada…
Jaime: Ya… Pero el ambiente es propicio para…
Paula, Cristina y Alicia: ¡¡Pero qué cerdo!!
David: ¡¡Contar historias de miedo!!
(Los tres chicos comienzan a reírse)
Alicia: Pues la verdad es que no estaría mal…
Cristina: Anda chicos… ¿¿Por qué no encendéis un fuego en la chimenea??
(Silencio).
Paula: ¡¡Porfaaaaa!!
David: ¡¡Está bien!! ¡¡Pero no empecéis con eso!!
(Los tres chicos se acercan a tientas a la chimenea y encienden con dificultad un fuego alrededor del que se sientan junto a las chicas).
Javier: ¡¡Pues ya está!! ¡¡Ahora sólo hay que esperar a que vuelva la electricidad!!
Cristina: Conozco una historia muy buena, pero…
Javier: Te da miedo, ¿no?
Cristina: Un poco…
Paula: Bueno… ¡¡Podemos hacer otra cosa!!
(En ese momento, el sótano se ilumina y los personajes se dan cuenta de que la electricidad se ha restablecido).
Jaime: Sí… ¡¡Por ejemplo ir a cenar!!
David: ¡¡Pues ale!! ¡¡Al lío!!
Javier: Qué cerquita ha estado, ¿eh, Cris?
Cristina: Jajajaja. ¡¡Bobo!!
Paula: Bueno… ¡¡Al menos esta noche podrás dormir tranquila!!
(Entre risas, los seis jóvenes suben las escaleras y desaparecen de la escena).
Perfecto. Ya trabajaremos otros tipos de poemas en clase que podrás incluir como anexos.
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