Desde que comenzamos nuestra aventura hemos sido orientados en todo momento, hemos sabido qué dirección tomar e incluso hemos podido caminar agarrados de una mano que nos hacía sentir seguros; pero, como en algunos cuentos, llega un momento en el que el protagonista debe valerse por sí mismo y afrontar una serie de pruebas con las que demuestre que es capaz de enfrentarse a la vida.
Por eso, ha llegado la hora de continuar nuestro viaje sin ayuda…
Y, en esta ocasión, hemos llegado al pueblecito en el que nacen todas aquellas personas que dan sentido a la literatura; porque, sin lectores, ninguna de las anteriores etapas de nuestro viaje tendría sentido.
Por tanto, podríamos decir que nuestro viaje nos ha traído al lugar en el que las personas comienzan a hacer de la lectura su “fiesta popular”, en el que los niños juegan a ser los protagonistas de infinidad de cuentos y en el que el libro se considera un buen regalo.
¿¿Pero cómo hacemos que una persona adquiera el gusto por la lectura??
En primer lugar, debemos ser conscientes de que la motivación hacia la lectura es una tarea que debe ser compartida tanto por la familia, como por la escuela; no pudiendo estar la animación a la lectura basada únicamente en todo tipo de actividades y juegos puntuales, sino que debe estar incluida en una serie de acciones vinculadas a la dinámica escolar e incluso doméstica.
De esta forma, comparto con varios autores como Víctor Moreno, la idea de que lo realmente importante es desarrollar y afianzar la competencia lectora para que, desde ese punto y siempre guiados por los adultos, sean los propios niños quienes adquieran el gusto por leer.
Y es que, si lo pensamos bien, los juegos de animación a la lectura no proporcionan lectores a largo plazo, pues no despiertan interés por la propia lectura, sino por el juego en sí; no obstante, el hecho de que el juego no consiga proporcionar lectores para el futuro no quiere decir, en ningún caso, que haya que desvincularlo de la lectura, sino más bien dotar a la actividad lúdica de un objetivo concreto como puede ser el de mejorar las habilidades lectoras o la comprensión de textos a través de acciones divertidas e interesantes para los niños.
Siendo conscientes de que el juego es una herramienta muy útil y motivadora a corto plazo, pero de difícil utilidad si lo que pretendemos es hacer que una persona adquiera el gusto por leer; es lógico pensar en la necesidad de buscar otro tipo de estrategias con las que consigamos captar para siempre a los lectores, pero siempre desde un prisma en el que sea el propio individuo el que decida si está atraído por la lectura y el momento y lugar en el que se siente motivado para leer.
Por ello, otros autores como Eutiquio Cabrerizo destacan la idea de que la lectura en grupo organizada a través de un método de trabajo, estimula y enriquece el aprovechamiento de lo leído en mayor medida que la lectura individual.
De esta forma, se propone la realización de talleres de lectura en los que se compartan experiencias e ideas de forma interactiva con otros miembros del grupo; de manera que todas y cada una de las personas que participen en dichos talleres desarrollen habilidades sociales, de lectura y de comunicación, saliendo beneficiados, además, en función de su propia participación activa y elevando su formación cultural a través de un elemento común como es la lectura.
Así, las actividades de animación a la lectura deben estar basadas en facilitar la inmersión del lector en el mundo propuesto por el escritor de la obra literaria; de esta forma, se debe conseguir despertar la capacidad para que el lector se introduzca en el argumento, para que logre identificar sus razonamientos y pueda poner en marcha su imaginación o capacidad de reflexión a partir de un texto previamente leído.
No obstante, y a pesar de todo lo anterior, hemos observado a lo largo de los años cómo la escuela ha cometido una serie de errores en relación a la lectura; de esta forma, aprender a leer significaba descifrar palabras y frases escritas en un libro, sin importar si realmente se estaba disfrutando de la lectura o si el alumno daba sentido al texto.
Además, se insistía en una lectura en voz alta que dejaba de lado la lectura mental; algo que, en ocasiones, podía suponer para el alumno una presión innecesaria que, a su vez, se convertía en nerviosismo y angustia a la hora de afrontar la lectura de un texto.
Esto no significa que deba alejarse la lectura en voz alta de las escuelas, ya que es muy útil para perfeccionar la dicción, la entonación y la lectura con sentido; pero sí es cierto que, quizás, es importante respetar el proceso de aprendizaje de cada alumno y dar una prioridad absoluta a la lectura comprensiva y a hacer de la lectura una actividad entretenida que no suponga ningún tipo de ansiedad para el alumno, posponiendo la lectura en voz alta para cursos posteriores.
También hay que destacar la facilidad con la que los centros educativos eligen los famosos libros de lectura que los alumnos deben leer para, posteriormente, realizar una serie de actividades o pruebas escritas; convirtiéndose la lectura, de esta forma, en una obligación carente de interés para el alumno.
Si a esta concepción de la lectura como obligación, le añadimos el aburrimiento que despiertan en los niños las lecturas que, en la mayoría de los casos, se les proponen desde la propia escuela; nos encontramos con que, muy pronto, los alumnos comenzarán a alejarse de unos libros que no les aportan ningún tipo de diversión o placer.
Pero, en este caso, las familias pueden ayudar muchísimo a las escuelas; pues si desde el propio hogar se favorece la lectura, si los padres y hermanos mayores dedican unos minutos a leer a los más pequeños y muestran la literatura como algo interesante y placentero ajeno al ámbito escolar, el niño dejará de relacionar la literatura con la escuela y, por tanto, con una obligación que supone esfuerzo, aburrimiento y desmotivación.
Por otra parte, siempre se insiste en que sea el propio alumno el que deba realizar la lectura; incurriendo en el error de alejar al niño de la magia de escuchar un cuento folclórico de labios de otra persona o, simplemente, desvinculando la literatura de su aspecto comunicativo.
Así, lo realmente importante en los primeros años no es el contenido de los textos que llaman la atención al alumno o que sea él mismo quien realice la lectura; sino que, en principio, lo más importante es que el niño se muestre interesado por los libros y por las historias que existen en su interior, que disfrute observando los libros e incluso que los solicite para manipularlos o ver las imágenes de su interior, pues todo esto servirá para crear un interés en conocer qué cuentan todas esas letras que existen en el interior de los libros.
Y, visto de esta forma, puede parecer que el gusto por la lectura debe surgir como algo espontáneo y de forma natural en el propio niño, se puede llegar a pensar que hay que alejar a los niños de cualquier relación entre la literatura y las actividades o ejercicios propuestos en el aula e incluso se podría creer que lo ideal es que sea el niño quien busque la lectura fuera de la escuela; pero, una vez más, debemos insistir en la idea de que algo que no se conoce, jamás llamará la atención de una persona, por lo que es importante que, desde la propia escuela, se facilite el acceso de los alumnos a la literatura y que se realicen una serie de actividades que, enfocadas como juegos, favorezcan el interés de los niños en la lectura.
Pero… ¿¿Deben las actividades de animación a la lectura cumplir una serie de requisitos básicos??
¡¡Por supuesto!! Como en cualquier otro tipo de ejercicio, las actividades de animación a la lectura deben cumplir una serie de requisitos como pueden ser el hecho de ser motivadoras y centradas en el interés de los niños.
Y, si tenemos en cuenta que lo que más le puede gustar a un niño de edad temprana es jugar, lo lógico es intentar centrar la actividad en el propio juego; pero siempre desde una dirección, por parte del maestro, y en busca de unos objetivos concretos como pueden ser el de desarrollar la comprensión lectora.
También es importante que las actividades promuevan la participación del alumnado y permitan un pensamiento divergente en el que el propio niño pueda dar varias respuestas alternativas para un mismo problema; pues, así, su participación se hará de forma voluntaria y sin miedo a equivocarse, fomentando también el desarrollo de la creatividad y perdiéndose el miedo a la lectura.
Y ahora que ya sabemos los requisitos que deberían cumplir las actividades de animación a la lectura… ¿¿No encontráis interesante el hecho de saber qué aspectos se deben trabajar con este tipo de actividades, con el desarrollo de la comprensión lectora y con la propia lectura??
En primer lugar, será importante desarrollar la competencia lectora de los alumnos; pues a partir de ahí podrán valerse por sí mismos para acercarse al mundo de la literatura.
Para ello, en la lectura es importante incidir en la extracción de información específica y explícita del texto para garantizar la comprensión global del mismo; aunque también será importante la realización de inferencias lógicas y posterior interpretación e integración de las ideas e informaciones fundamentales que se extraen de la lectura.
Tras todo esto, cada lector debería desarrollar su propia interpretación del texto que, normalmente, tendrá un sentido diferente para cada persona en función de sus conocimientos y vivencias previas, de su manera de ver el mundo e incluso de su estado de ánimo actual.
Finalmente, es esencial que la lectura no se quede simplemente en una tarea de comprensión, sino que deberá hacer reflexionar a cada individuo sobre el contenido e incluso la forma en que se presenta dicho contenido; fomentando un espíritu crítico en el lector.
En cuanto a la propia literatura y a las actividades de animación lectora cabe destacar que, por lo general, permiten el desarrollo de la imaginación del lector; pero, en ocasiones, también sirven para acercar el conocimiento del mundo que nos rodea.
Además, este tipo de actividades fomentarán la búsqueda, comparación y comprensión de diferentes informaciones, enriqueciendo el lenguaje y aumentando la capacidad de expresión del individuo; sin olvidar algo tan importante como es el hecho de que sean las propias palabras las que permiten relacionar las diferentes ideas de las personas.
También es importante destacar su función social, pues este tipo de actividades, deben estar siempre basadas en el respeto hacia los demás y en el desarrollo de una serie de valores que permitan al alumno conocerse a sí mismo y comprender al resto de personas.
Así, las actividades de animación a la lectura estarán agrupadas en función del momento en el que se realicen; estando divididas en actividades previas a la lectura, actividades realizadas durante la lectura y actividades posteriores a la lectura.
Antes de comenzar a realizar cualquier tipo de programación, es imprescindible que el propio maestro haya leído la obra y tenga muy claro el esquema y los objetivos que persigue al proponer las actividades a sus alumnos; siendo flexible en función del interés que muestren los niños en cada actividad y en el propio libro.
De esta forma, las actividades anteriores a la lectura deberán estar enfocadas a acercarse al libro y al tema que en el mismo se va a tratar; para ello, podemos intentar obtener información a partir de todo aquello que nos proporciona el libro a través de su portada, del título de la obra, de las ilustraciones…
Además, será importante que las actividades previas a la lectura consigan despertar el interés de los alumnos en el tema o temas que se van a desarrollar a lo largo de toda la obra, permitiendo también la realización de predicciones acerca del contenido del texto e investigaciones sobre los aspectos más interesantes para la comprensión del libro.
Como todos sabemos, cada lector aporta un significado diferente a un mismo texto en función de sus conocimientos previos, de sus experiencias, de sus características personales e incluso de su estado anímico; por ello, en las actividades previas a la lectura, será tan importante el hecho de ofrecer toda la información necesaria para poder comprender la obra, como el preparar a los alumnos para la lectura a través de ideas generales acerca del tema principal del libro.
Finalmente, en cuanto a las actividades que se realizan antes de comenzar a leer, se puede intentar despertar el interés en la obra a través de la identificación de los personajes de la misma con algunos alumnos, las situaciones que aparecerán en el libro con las que acontecen en el día a día de la clase…
Así, los niños podrán relacionar la infinidad de anécdotas que se suceden en el colegio, con las que leerán en el libro; sintiéndose, de esta forma, mucho más cercanos e identificados con la obra.
Además, también se pueden realizar actividades que propongan un acercamiento del futuro lector al autor de la obra; de forma que entiendan que los escritores son personas normales y que ellos pueden llegar también a escribir historias que lean los demás algún día.
Por su parte, en las actividades a realizar durante la lectura, las cuestiones se deben referir al propio texto; permitiendo a cada alumno vivir su propia lectura a través de los aspectos afectivos y emocionales que despierten en el propio individuo los hechos sociales y culturales, situaciones y circunstancias que se observan en la propia obra.
En este sentido, se deben realizar una serie de debates y actividades grupales que permitan a los alumnos recordar multitud de situaciones divertidas e interesantes que suceden en el libro, así como la realización de inferencias y predicciones acerca de aquello que han leído o de lo que creen que puede ocurrir en la obra.
Además, será importante que cada alumno aporte al grupo su propia interpretación de los hechos, argumentando los motivos que le han llevado a pensar de una determinada manera y conociendo las opiniones de sus compañeros de forma que se puedan establecer debates en los que se reflexione acerca de las acciones de los personajes y de las situaciones que ocurren en la obra.
Posteriormente, se puede relacionar los acontecimientos de la obra, con los que se dan en la vida real y, más concretamente, en el propio colegio; profundizando, de esta forma, en los motivos y circunstancias que provocan dichos acontecimientos.
Por otra parte creo que es importante que, mientras se realizan este tipo de actividades, los alumnos no se vean presionados u obligados a la participación; pues, de lo contrario, comenzarían a ver la lectura como una forma de evaluación y no como una opción más para disfrutar del tiempo libre.
Por último, se llega a las actividades posteriores a la lectura que deben realizarse siempre tras haber finalizado el libro; de manera que todas las incógnitas hayan sido desveladas, que el argumento se conciba de forma completa y que la obra se pueda analizar de forma global.
Además, es importante enfocar este tipo de actividades finales de manera que los alumnos consigan interiorizar un poco más la obra y sentirla como algo propio; para lo que es importante intentar relacionar la obra con el contexto propio y conseguir que el lector pueda dar un significado emocional a la obra.
Por ello, es importante que los alumnos puedan realizar conclusiones acerca de la obra, que realicen valoraciones objetivas y subjetivas en relación a las situaciones que se dan en la obra y que argumenten la interpretación que hacen sobre los diferentes momentos de la obra, sobre las acciones que realizan los personajes o sobre cómo creen que se sienten dichos personajes en cada momento de la trama.
También puede ser muy interesante el hecho de explicar al resto de compañeros cómo se han sentido durante la lectura, las sensaciones que han despertado en ellos mismos las situaciones que se dan en la obra o la opinión que tienen acerca del libro como obra literaria; siempre aportando razones y argumentos concretos que desarrollen, además, la capacidad de expresión y el espíritu crítico del alumnado.
Finalmente, se pueden realizar pequeños debates para comentar la relación entre los diferentes personajes y los motivos que les llevan a actuar de una determinada manera, las causas y consecuencias de las situaciones que se dan en la obra o la creación de finales alternativos con los que, a pesar de ser actividades de creación, el niño se sienta un poco más cercano a la obra que ha leído.
Y ahora que hemos aprendido la forma de acercar los libros a nuestros alumnos, debemos ser conscientes de que un profesor que no esté apasionado por la lectura, jamás podrá inculcar en sus alumnos el gusto por leer.
Ya hemos sentado las bases para convertir a nuestros alumnos en futuros lectores… ¡¡Hagamos las cosas correctamente para construir un mundo de lectores a partir de estos cimientos!!
Por eso, ha llegado la hora de continuar nuestro viaje sin ayuda…
Y, en esta ocasión, hemos llegado al pueblecito en el que nacen todas aquellas personas que dan sentido a la literatura; porque, sin lectores, ninguna de las anteriores etapas de nuestro viaje tendría sentido.
Por tanto, podríamos decir que nuestro viaje nos ha traído al lugar en el que las personas comienzan a hacer de la lectura su “fiesta popular”, en el que los niños juegan a ser los protagonistas de infinidad de cuentos y en el que el libro se considera un buen regalo.
¿¿Pero cómo hacemos que una persona adquiera el gusto por la lectura??
En primer lugar, debemos ser conscientes de que la motivación hacia la lectura es una tarea que debe ser compartida tanto por la familia, como por la escuela; no pudiendo estar la animación a la lectura basada únicamente en todo tipo de actividades y juegos puntuales, sino que debe estar incluida en una serie de acciones vinculadas a la dinámica escolar e incluso doméstica.
De esta forma, comparto con varios autores como Víctor Moreno, la idea de que lo realmente importante es desarrollar y afianzar la competencia lectora para que, desde ese punto y siempre guiados por los adultos, sean los propios niños quienes adquieran el gusto por leer.
Y es que, si lo pensamos bien, los juegos de animación a la lectura no proporcionan lectores a largo plazo, pues no despiertan interés por la propia lectura, sino por el juego en sí; no obstante, el hecho de que el juego no consiga proporcionar lectores para el futuro no quiere decir, en ningún caso, que haya que desvincularlo de la lectura, sino más bien dotar a la actividad lúdica de un objetivo concreto como puede ser el de mejorar las habilidades lectoras o la comprensión de textos a través de acciones divertidas e interesantes para los niños.
Siendo conscientes de que el juego es una herramienta muy útil y motivadora a corto plazo, pero de difícil utilidad si lo que pretendemos es hacer que una persona adquiera el gusto por leer; es lógico pensar en la necesidad de buscar otro tipo de estrategias con las que consigamos captar para siempre a los lectores, pero siempre desde un prisma en el que sea el propio individuo el que decida si está atraído por la lectura y el momento y lugar en el que se siente motivado para leer.
Por ello, otros autores como Eutiquio Cabrerizo destacan la idea de que la lectura en grupo organizada a través de un método de trabajo, estimula y enriquece el aprovechamiento de lo leído en mayor medida que la lectura individual.
De esta forma, se propone la realización de talleres de lectura en los que se compartan experiencias e ideas de forma interactiva con otros miembros del grupo; de manera que todas y cada una de las personas que participen en dichos talleres desarrollen habilidades sociales, de lectura y de comunicación, saliendo beneficiados, además, en función de su propia participación activa y elevando su formación cultural a través de un elemento común como es la lectura.
Así, las actividades de animación a la lectura deben estar basadas en facilitar la inmersión del lector en el mundo propuesto por el escritor de la obra literaria; de esta forma, se debe conseguir despertar la capacidad para que el lector se introduzca en el argumento, para que logre identificar sus razonamientos y pueda poner en marcha su imaginación o capacidad de reflexión a partir de un texto previamente leído.
No obstante, y a pesar de todo lo anterior, hemos observado a lo largo de los años cómo la escuela ha cometido una serie de errores en relación a la lectura; de esta forma, aprender a leer significaba descifrar palabras y frases escritas en un libro, sin importar si realmente se estaba disfrutando de la lectura o si el alumno daba sentido al texto.
Además, se insistía en una lectura en voz alta que dejaba de lado la lectura mental; algo que, en ocasiones, podía suponer para el alumno una presión innecesaria que, a su vez, se convertía en nerviosismo y angustia a la hora de afrontar la lectura de un texto.
Esto no significa que deba alejarse la lectura en voz alta de las escuelas, ya que es muy útil para perfeccionar la dicción, la entonación y la lectura con sentido; pero sí es cierto que, quizás, es importante respetar el proceso de aprendizaje de cada alumno y dar una prioridad absoluta a la lectura comprensiva y a hacer de la lectura una actividad entretenida que no suponga ningún tipo de ansiedad para el alumno, posponiendo la lectura en voz alta para cursos posteriores.
También hay que destacar la facilidad con la que los centros educativos eligen los famosos libros de lectura que los alumnos deben leer para, posteriormente, realizar una serie de actividades o pruebas escritas; convirtiéndose la lectura, de esta forma, en una obligación carente de interés para el alumno.
Si a esta concepción de la lectura como obligación, le añadimos el aburrimiento que despiertan en los niños las lecturas que, en la mayoría de los casos, se les proponen desde la propia escuela; nos encontramos con que, muy pronto, los alumnos comenzarán a alejarse de unos libros que no les aportan ningún tipo de diversión o placer.
Pero, en este caso, las familias pueden ayudar muchísimo a las escuelas; pues si desde el propio hogar se favorece la lectura, si los padres y hermanos mayores dedican unos minutos a leer a los más pequeños y muestran la literatura como algo interesante y placentero ajeno al ámbito escolar, el niño dejará de relacionar la literatura con la escuela y, por tanto, con una obligación que supone esfuerzo, aburrimiento y desmotivación.
Por otra parte, siempre se insiste en que sea el propio alumno el que deba realizar la lectura; incurriendo en el error de alejar al niño de la magia de escuchar un cuento folclórico de labios de otra persona o, simplemente, desvinculando la literatura de su aspecto comunicativo.
Así, lo realmente importante en los primeros años no es el contenido de los textos que llaman la atención al alumno o que sea él mismo quien realice la lectura; sino que, en principio, lo más importante es que el niño se muestre interesado por los libros y por las historias que existen en su interior, que disfrute observando los libros e incluso que los solicite para manipularlos o ver las imágenes de su interior, pues todo esto servirá para crear un interés en conocer qué cuentan todas esas letras que existen en el interior de los libros.
Y, visto de esta forma, puede parecer que el gusto por la lectura debe surgir como algo espontáneo y de forma natural en el propio niño, se puede llegar a pensar que hay que alejar a los niños de cualquier relación entre la literatura y las actividades o ejercicios propuestos en el aula e incluso se podría creer que lo ideal es que sea el niño quien busque la lectura fuera de la escuela; pero, una vez más, debemos insistir en la idea de que algo que no se conoce, jamás llamará la atención de una persona, por lo que es importante que, desde la propia escuela, se facilite el acceso de los alumnos a la literatura y que se realicen una serie de actividades que, enfocadas como juegos, favorezcan el interés de los niños en la lectura.
Pero… ¿¿Deben las actividades de animación a la lectura cumplir una serie de requisitos básicos??
¡¡Por supuesto!! Como en cualquier otro tipo de ejercicio, las actividades de animación a la lectura deben cumplir una serie de requisitos como pueden ser el hecho de ser motivadoras y centradas en el interés de los niños.
Y, si tenemos en cuenta que lo que más le puede gustar a un niño de edad temprana es jugar, lo lógico es intentar centrar la actividad en el propio juego; pero siempre desde una dirección, por parte del maestro, y en busca de unos objetivos concretos como pueden ser el de desarrollar la comprensión lectora.
También es importante que las actividades promuevan la participación del alumnado y permitan un pensamiento divergente en el que el propio niño pueda dar varias respuestas alternativas para un mismo problema; pues, así, su participación se hará de forma voluntaria y sin miedo a equivocarse, fomentando también el desarrollo de la creatividad y perdiéndose el miedo a la lectura.
Y ahora que ya sabemos los requisitos que deberían cumplir las actividades de animación a la lectura… ¿¿No encontráis interesante el hecho de saber qué aspectos se deben trabajar con este tipo de actividades, con el desarrollo de la comprensión lectora y con la propia lectura??
En primer lugar, será importante desarrollar la competencia lectora de los alumnos; pues a partir de ahí podrán valerse por sí mismos para acercarse al mundo de la literatura.
Para ello, en la lectura es importante incidir en la extracción de información específica y explícita del texto para garantizar la comprensión global del mismo; aunque también será importante la realización de inferencias lógicas y posterior interpretación e integración de las ideas e informaciones fundamentales que se extraen de la lectura.
Tras todo esto, cada lector debería desarrollar su propia interpretación del texto que, normalmente, tendrá un sentido diferente para cada persona en función de sus conocimientos y vivencias previas, de su manera de ver el mundo e incluso de su estado de ánimo actual.
Finalmente, es esencial que la lectura no se quede simplemente en una tarea de comprensión, sino que deberá hacer reflexionar a cada individuo sobre el contenido e incluso la forma en que se presenta dicho contenido; fomentando un espíritu crítico en el lector.
En cuanto a la propia literatura y a las actividades de animación lectora cabe destacar que, por lo general, permiten el desarrollo de la imaginación del lector; pero, en ocasiones, también sirven para acercar el conocimiento del mundo que nos rodea.
Además, este tipo de actividades fomentarán la búsqueda, comparación y comprensión de diferentes informaciones, enriqueciendo el lenguaje y aumentando la capacidad de expresión del individuo; sin olvidar algo tan importante como es el hecho de que sean las propias palabras las que permiten relacionar las diferentes ideas de las personas.
También es importante destacar su función social, pues este tipo de actividades, deben estar siempre basadas en el respeto hacia los demás y en el desarrollo de una serie de valores que permitan al alumno conocerse a sí mismo y comprender al resto de personas.
Así, las actividades de animación a la lectura estarán agrupadas en función del momento en el que se realicen; estando divididas en actividades previas a la lectura, actividades realizadas durante la lectura y actividades posteriores a la lectura.
Antes de comenzar a realizar cualquier tipo de programación, es imprescindible que el propio maestro haya leído la obra y tenga muy claro el esquema y los objetivos que persigue al proponer las actividades a sus alumnos; siendo flexible en función del interés que muestren los niños en cada actividad y en el propio libro.
De esta forma, las actividades anteriores a la lectura deberán estar enfocadas a acercarse al libro y al tema que en el mismo se va a tratar; para ello, podemos intentar obtener información a partir de todo aquello que nos proporciona el libro a través de su portada, del título de la obra, de las ilustraciones…
Además, será importante que las actividades previas a la lectura consigan despertar el interés de los alumnos en el tema o temas que se van a desarrollar a lo largo de toda la obra, permitiendo también la realización de predicciones acerca del contenido del texto e investigaciones sobre los aspectos más interesantes para la comprensión del libro.
Como todos sabemos, cada lector aporta un significado diferente a un mismo texto en función de sus conocimientos previos, de sus experiencias, de sus características personales e incluso de su estado anímico; por ello, en las actividades previas a la lectura, será tan importante el hecho de ofrecer toda la información necesaria para poder comprender la obra, como el preparar a los alumnos para la lectura a través de ideas generales acerca del tema principal del libro.
Finalmente, en cuanto a las actividades que se realizan antes de comenzar a leer, se puede intentar despertar el interés en la obra a través de la identificación de los personajes de la misma con algunos alumnos, las situaciones que aparecerán en el libro con las que acontecen en el día a día de la clase…
Así, los niños podrán relacionar la infinidad de anécdotas que se suceden en el colegio, con las que leerán en el libro; sintiéndose, de esta forma, mucho más cercanos e identificados con la obra.
Además, también se pueden realizar actividades que propongan un acercamiento del futuro lector al autor de la obra; de forma que entiendan que los escritores son personas normales y que ellos pueden llegar también a escribir historias que lean los demás algún día.
Por su parte, en las actividades a realizar durante la lectura, las cuestiones se deben referir al propio texto; permitiendo a cada alumno vivir su propia lectura a través de los aspectos afectivos y emocionales que despierten en el propio individuo los hechos sociales y culturales, situaciones y circunstancias que se observan en la propia obra.
En este sentido, se deben realizar una serie de debates y actividades grupales que permitan a los alumnos recordar multitud de situaciones divertidas e interesantes que suceden en el libro, así como la realización de inferencias y predicciones acerca de aquello que han leído o de lo que creen que puede ocurrir en la obra.
Además, será importante que cada alumno aporte al grupo su propia interpretación de los hechos, argumentando los motivos que le han llevado a pensar de una determinada manera y conociendo las opiniones de sus compañeros de forma que se puedan establecer debates en los que se reflexione acerca de las acciones de los personajes y de las situaciones que ocurren en la obra.
Posteriormente, se puede relacionar los acontecimientos de la obra, con los que se dan en la vida real y, más concretamente, en el propio colegio; profundizando, de esta forma, en los motivos y circunstancias que provocan dichos acontecimientos.
Por otra parte creo que es importante que, mientras se realizan este tipo de actividades, los alumnos no se vean presionados u obligados a la participación; pues, de lo contrario, comenzarían a ver la lectura como una forma de evaluación y no como una opción más para disfrutar del tiempo libre.
Por último, se llega a las actividades posteriores a la lectura que deben realizarse siempre tras haber finalizado el libro; de manera que todas las incógnitas hayan sido desveladas, que el argumento se conciba de forma completa y que la obra se pueda analizar de forma global.
Además, es importante enfocar este tipo de actividades finales de manera que los alumnos consigan interiorizar un poco más la obra y sentirla como algo propio; para lo que es importante intentar relacionar la obra con el contexto propio y conseguir que el lector pueda dar un significado emocional a la obra.
Por ello, es importante que los alumnos puedan realizar conclusiones acerca de la obra, que realicen valoraciones objetivas y subjetivas en relación a las situaciones que se dan en la obra y que argumenten la interpretación que hacen sobre los diferentes momentos de la obra, sobre las acciones que realizan los personajes o sobre cómo creen que se sienten dichos personajes en cada momento de la trama.
También puede ser muy interesante el hecho de explicar al resto de compañeros cómo se han sentido durante la lectura, las sensaciones que han despertado en ellos mismos las situaciones que se dan en la obra o la opinión que tienen acerca del libro como obra literaria; siempre aportando razones y argumentos concretos que desarrollen, además, la capacidad de expresión y el espíritu crítico del alumnado.
Finalmente, se pueden realizar pequeños debates para comentar la relación entre los diferentes personajes y los motivos que les llevan a actuar de una determinada manera, las causas y consecuencias de las situaciones que se dan en la obra o la creación de finales alternativos con los que, a pesar de ser actividades de creación, el niño se sienta un poco más cercano a la obra que ha leído.
Y ahora que hemos aprendido la forma de acercar los libros a nuestros alumnos, debemos ser conscientes de que un profesor que no esté apasionado por la lectura, jamás podrá inculcar en sus alumnos el gusto por leer.
Ya hemos sentado las bases para convertir a nuestros alumnos en futuros lectores… ¡¡Hagamos las cosas correctamente para construir un mundo de lectores a partir de estos cimientos!!
Fuentes:
Documentos aportados por la profesora.
http://webs.ono.com/libroteca/tallerlectura.htm
http://www.animalec.com/
http://www.cuadernointercultural.com/materiales/lectura/animacion-a-la-lecturaescritura/
http://www.juandevallejo.org/lectora.html
http://www.monografias.com/trabajos38/comprension-lectora/comprension-lectora.shtml
http://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/asele/pdf/13/13_0228.pdf
Perfecto.
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