12 ene 2012

Un precioso vídeo antes de dormir

Al llegar al lugar en el que estábamos alojados, cada uno de nosotros nos fuimos a nuestras habitaciones para descansar un poco hasta el día siguiente; nos quedaba mucho mundo de la literatura por recorrer y debíamos tener la mente despejada y el cuerpo descansado para seguir explorando junto al señor Keating todo aquel universo de fantasía.

Acababa de salir de la ducha cuando, de repente, algunos de mis compañeros de viaje se presentaron en mi habitación; al principio me quedé un poco sorprendido porque no sabía muy bien qué podían querer a esas horas, pero enseguida entendí que el descanso iba a tener que esperar un poco más aquella noche…

La charla estaba animada, las bromas se iban sucediendo y el sueño desaparecía por momentos; así que, de repente, una de las compañeras propuso ver algunos de los vídeos que se podían encontrar en Internet sobre los maestros.

Pudimos ver vídeos muy bonitos pero, especialmente, nos llamó la atención uno cuyo título era simplemente una dedicatoria “A los verdaderos maestros”; en este vídeo se hablaba de los dones que había otorgado Dios a los maestros y los relacionaba con los colores que se habían formado al pasar la luz por una perfecta gota cristalina.



Y tras, el visionado, tomamos aún más conciencia de lo importante que será nuestra futura labor como maestros y de todas aquellas veces que nos acordaríamos de los colores que se citaban en el vídeo…

Porque, seguramente, muchas veces recordaremos aquel morado que nos aporte los conocimientos que debemos transmitir a nuestros alumnos y esa necesaria sabiduría que nos haga conocer la forma más correcta de tratar a unos niños para los que nos convertiremos en ejemplo; entendiendo que no sólo deberemos tomar aquella sabiduría como una gran cantidad de conocimientos o contenidos que podamos transmitir posteriormente, sino también como aquello que nos permitirá saber en cada momento cómo actuar con los más pequeños.

Nos veremos reflejado en aquel rosa que nos llene de paciencia y nos empuje a entregarnos a esos pequeños cuya sonrisa hará que merezca la pena el esfuerzo; porque, en ocasiones, pasaremos días difíciles y momentos complicados, pero siempre debemos tener muy presente que, como maestros, debemos hacer todo lo posible por conservar esa paciencia que nos permita sonreír incluso a los niños más rebeldes sabiendo que, únicamente, buscan nuestro cariño.

Y es que, si reflexionamos un poco acerca de todo esto, nos daremos cuenta de que ese rosa se tornará en el rojo de la pasión conforme seamos capaces de entregarnos a nuestros alumnos; de saber que, posiblemente, el futuro de aquellos pequeños que nos miran con admiración dependerá en gran parte de todo aquello que consigamos aportarles. Y creo que, en la educación, lo verdaderamente importante no es aportar a los alumnos una gran cantidad de conocimientos que podrían buscar en libros, enciclopedias o Internet; sino una educación integral que les permita desarrollarse como personas y con la que sean capaces de valerse por sí mismos.

Pero… ¿¿Cómo podría conseguir un maestro este objetivo si no estuviera iluminado por ese naranja que le llenara de entusiasmo y creatividad??

Un entusiasmo relacionado con el propio interés vocacional de cualquier maestro y basado en el placer que provoca para un buen profesional de la educación el hecho de recibir la sonrisa sincera de una niña o el abrazo incondicional de un niño; porque, aunque a veces lo olvidemos, todos esos niños se darán cuenta desde muy pequeños de cuáles son los maestros que consiguen aportarles algo, que hacen que su educación se convierta en algo agradable y no en una dura travesía.

Porque lo mejor que me podría llegar a pasar dentro de unos años sería que alguno de los niños con los que voy a compartir dentro de muy poco mis próximos meses, me recordase como aún yo recuerdo a aquel estudiante que se convirtió en mi “profe de prácticas” hace ya muchos años; y es que, curiosamente, Don Paco (así se llamaba) consiguió ganarse un cariño que todavía hoy conservo a pesar de no saber nada de él desde hace más de quince años…

Y estoy seguro de que si algún día pudiese volver a hablar con él y contarle ya como un adulto todos aquellos recuerdos que tengo, agradecerle lo muchísimo que me ayudo en aquellos primeros años de mi educación y confesarle que se convirtió en una de los profesores más importantes que han pasado por mi vida; probablemente se vería iluminado por ese amarillo con el que sintiese una gran alegría al saber que, al menos uno de los niños con los que estuvo durante su periodo de prácticas, le recuerda con un gran cariño.

No debemos olvidar tampoco ese color verde que ilumina todo el proceso educativo aportando al maestro y a los alumnos un crecimiento espiritual y mental que hará de ellos mejores personas; porque siempre debemos tener presente que, como profesores, también estaremos continuamente creciendo y aprendiendo de los más pequeños.

Pero la profesión de maestro no es un camino de rosas y debemos tener claro que, en ocasiones, también aparecerá una oscura luz negra de la que también deberemos intentar sacar fuerza para hacer frente a los momentos difíciles, a nuestras dudas y temores; pues incluso de los momentos más difíciles se aprende y se saca algo con lo que mejorar en el futuro.

Y es que incluso cuando nos encontremos perdidos y desesperados, cuando esa luz negra se haga tan densa que nos impida ver el resto de colores, debemos saber que siempre habrá una estrellita entre toda esa oscuridad; una estrellita basada en el amor… En el amor hacia los más pequeños y, en mi caso, también hacia una madre que siempre me ha guiado y sueña con verme ejercer una profesión que, cuando nació mi hermano, ella decidió dejar de lado para dedicarse en cuerpo y alma a unos hijos a los que, junto a nuestro padre, siempre ha intentado hacer felices y educar en torno a una serie de valores.

Tras comentar brevemente el precioso vídeo que habíamos encontrado, decidimos que había llegado el momento de dormir; así que mis compañeros de viaje se fueron yendo poco a poco a sus habitaciones y descansamos tras un nuevo día en el mundo de la literatura…

2 comentarios:

  1. Precioso. Mucho. Emocionante y de piel de gallina. Espero que tus padres lean este blog porque es para estar muy pero que muy orgullosos de ti.

    Los más importante para un maestro (o para unos padres) es saber que las semillas que plantó van dando sus frutos. Siempre animo a mis alumnos a que vayan a su cole o a su instituto a dar las gracias a aquellas personas que pusieron su granito de arena para convertirlos en ellos mismos. Lo mejor que puede escuchar un maestro del hombre o la mujer en que se ha convertido aquel niño al que educó es: "muchas gracias por todo lo que hiciste por mí porque gracias a ti, aunque solo sea en parte, soy lo que soy ahora."

    Este vídeo os lo pondré en clase, pero te lo adelanto:
    http://www.youtube.com/watch?v=TO810sxflPo

    Espero que todo lo que hemos ido plantando durante este curso, sea mañana un precioso jardín lleno de flores de todos los colores del arco iris.

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