Había sido una experiencia única e inolvidable, pues no siempre se tenía la oportunidad de poder charlar con un personaje literario y de reflexionar acerca de aquello que le había enseñado su propia vida; pero en aquella biblioteca todavía nos quedaba mucho por aprender…
Habíamos vuelto a reunirnos todos para devolver los libros que elegimos para pasar unas horas y nos disponíamos a dejar atrás aquella instalación rodeada de hermosos paisajes; pero, cuando estábamos a punto de salir, el señor Keating llamó a una pequeña que estaba jugando por aquellos jardines.
Paula se acercó sonriendo, y el lacito rojo de su pelo le daba un aire aún más inocente a aquella niña que traía consigo el libro “Ser princesa no es un cuento”.
Lo cierto es que la chiquilla de la portada se parecía misteriosamente a la pequeña Paula y, ante la insistencia de la niña en leernos su libro, entendimos que quizás alguien había decidido “regalar” a aquella pequeña su propia historia…
Porque Paula siempre había soñado con ser la princesa de un cuento, pero jamás se había parado a pensar en los inconvenientes que eso le conllevaría hasta que, una noche, su mamá le estuvo explicando por qué no querría convertirse en esas princesas con las que soñaba.
La bella durmiente, la cenicienta, Rapunzel, Blancanieves e incluso la sirenita… ¡¡¡Convertirse en cualquiera de ellas traía consigo muchos inconvenientes que hacían a Paula replantearse la situación!!!
Pero, como a veces nos suele pasar a todos, Paula no estaba dispuesta a renunciar a sus deseos; quería ser una princesa a toda costa y preguntó impaciente cuál podría llegar a ser…
Claro… ¡¡¡La princesa Paula!!! Su mamá le había recordado que, quizás, la más bonita de todas las princesas era ella misma...
En ese momento Paula cerró el libro y comenzó a dar saltitos de alegría mientras nos preguntaba qué princesa nos gustaba más, era feliz considerándose una princesita y soñando con el príncipe que algún día conquistaría su corazón; pero lo más importante era que, con aquel libro, había entendido que ella no tenía nada que envidiar a ninguna de las otras princesas.
Y… ¿¿A cuántos adultos no nos pasa en ocasiones esto?? ¿¿Por qué muchas veces nos empeñamos en ser como otra persona o deseamos parecernos a algún personaje de ficción?? ¿¿Acaso no nos damos cuenta de que lo más importante de una persona es conservar su propia esencia?? Aquella niña nos había hecho entender que no había nada mejor que parecerse a uno mismo y que, si nos lo proponíamos, nosotros también podíamos llegar a convertirnos en valientes príncipes o bellas princesas.
Era interesante ver cómo una niña tan pequeña podía ser capaz de sorprendernos y de darnos lecciones tan importantes a los adultos pero, si lo pensábamos bien, esto es lo que nos iba a suceder en numerosas ocasiones en nuestra futura profesión.
¿¿Y no es verdaderamente bonito ver que incluso alguien tan pequeño nos puede aportar tantas cosas?? ¿¿Realmente no deseamos ver cómo, en ocasiones, serán los niños los que nos eduquen a los maestros??Pensadlo bien y aprovechad la oportunidad que nos brinda nuestra profesión, porque incluso de la inocencia de los más pequeños podremos sacar siempre algo que nos haga mejorar como personas y como educadores…
Habíamos vuelto a reunirnos todos para devolver los libros que elegimos para pasar unas horas y nos disponíamos a dejar atrás aquella instalación rodeada de hermosos paisajes; pero, cuando estábamos a punto de salir, el señor Keating llamó a una pequeña que estaba jugando por aquellos jardines.
Paula se acercó sonriendo, y el lacito rojo de su pelo le daba un aire aún más inocente a aquella niña que traía consigo el libro “Ser princesa no es un cuento”.
Lo cierto es que la chiquilla de la portada se parecía misteriosamente a la pequeña Paula y, ante la insistencia de la niña en leernos su libro, entendimos que quizás alguien había decidido “regalar” a aquella pequeña su propia historia…
Porque Paula siempre había soñado con ser la princesa de un cuento, pero jamás se había parado a pensar en los inconvenientes que eso le conllevaría hasta que, una noche, su mamá le estuvo explicando por qué no querría convertirse en esas princesas con las que soñaba.
La bella durmiente, la cenicienta, Rapunzel, Blancanieves e incluso la sirenita… ¡¡¡Convertirse en cualquiera de ellas traía consigo muchos inconvenientes que hacían a Paula replantearse la situación!!!
Pero, como a veces nos suele pasar a todos, Paula no estaba dispuesta a renunciar a sus deseos; quería ser una princesa a toda costa y preguntó impaciente cuál podría llegar a ser…
Claro… ¡¡¡La princesa Paula!!! Su mamá le había recordado que, quizás, la más bonita de todas las princesas era ella misma...
En ese momento Paula cerró el libro y comenzó a dar saltitos de alegría mientras nos preguntaba qué princesa nos gustaba más, era feliz considerándose una princesita y soñando con el príncipe que algún día conquistaría su corazón; pero lo más importante era que, con aquel libro, había entendido que ella no tenía nada que envidiar a ninguna de las otras princesas.
Y… ¿¿A cuántos adultos no nos pasa en ocasiones esto?? ¿¿Por qué muchas veces nos empeñamos en ser como otra persona o deseamos parecernos a algún personaje de ficción?? ¿¿Acaso no nos damos cuenta de que lo más importante de una persona es conservar su propia esencia?? Aquella niña nos había hecho entender que no había nada mejor que parecerse a uno mismo y que, si nos lo proponíamos, nosotros también podíamos llegar a convertirnos en valientes príncipes o bellas princesas.
Era interesante ver cómo una niña tan pequeña podía ser capaz de sorprendernos y de darnos lecciones tan importantes a los adultos pero, si lo pensábamos bien, esto es lo que nos iba a suceder en numerosas ocasiones en nuestra futura profesión.
¿¿Y no es verdaderamente bonito ver que incluso alguien tan pequeño nos puede aportar tantas cosas?? ¿¿Realmente no deseamos ver cómo, en ocasiones, serán los niños los que nos eduquen a los maestros??Pensadlo bien y aprovechad la oportunidad que nos brinda nuestra profesión, porque incluso de la inocencia de los más pequeños podremos sacar siempre algo que nos haga mejorar como personas y como educadores…
:) gracias.
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